¿DIME, MAESTRO?
PREÁMBULO A POSTERIORI
DE SU PUBLICACIÓN EN IMPRENTA EN EL AÑO
2005:
Una obra ‘no para
fanáticos o escrupulosos religiosos’ que, en sus dos Capítulos primeros, hace referencia a un conocimiento concreto
sobre Jesús, el Cristo. Quien la lea con detenimiento podrá ilustrarse de
varios aspectos sobre la Presencia del Hijo
de Dios entre nosotros. Uno de ellos es concretar quién es Jesús y quién
no es; qué es y qué no es; además de mostrar parte de su Mensaje y la finalidad
del mismo. En el tercer Capítulo, Jesús, en reversión de términos del autor, da
la sensación de estar hablando directamente con el lector. Cosa ésta que yo,
mismo, Manuel, he sentido, y me admiro de ello como autor del ‘Diálogo’: ¿DIME,
MAESTRO? Al respecto digo en la portada: <¿Se trata de una realidad, de una
revelación, de un sueño…?> -Lo cierto es que el personaje central de la obra
es Jesús.
Los amables lectores o
lectoras en estado normal de vida o
afectados por cualquier problema, deseos de nuevos conocimientos, o en busca de
resolver algunas incógnitas de la vida, durante este su proceso de lectura, podrán llenarse de energía positiva, sentir la gracia divina y
hasta salir de cualquier situación indeseada, e incluso puede darse el milagro… Y es que <¡DIME,
MAESTRO’> es una obra, aunque peña,
que embriaga la mente y el espíritu con el néctar crístico que mana de ella. No
olvidemos que la fe ‘mueve montañas’. Considero, e invito a los Rectores de la
fe cristiana, a que antes de emitir juico, lean detenidamente los
planteamientos de <¿DIME, MAESTRO?”>;
podría ser para ellas y ellos una
oportunidad de captar mejor lo que conocemos del Divino Maestro. La relación
que nos trae <¿DIME, MAESTRO?> con lo de Arriba /Lo Divino/ y con lo de abajo
/la vida real del hombre/ hace un acoplo de fe y de realidad, y con ‘pies en tierra’,
el cristiano se puede integrar en este proceso abierto, direccional y
ascendente de ‘Clave 9’ a la formación del mundo mejor que todos anhelamos. El
juego de vocablos que mueve el Diálogo incita a la exaltación de ideas nuevas y
a la reflexión para conjugar en el Mensaje de Jesús: lo terrenal, lo cósmico y
lo trascendental. Lo bíblico, más que como lo religioso tradicional, se renueva
en posibilidades de acción crística, y
la fe de granito de mostaza se agiganta hasta lo infinito, hasta tocar la
esfera de lo Divino y abrazarnos más y más con lo humano. No basta con dar una
simple lectura a <¿DIME, MAESTRO?>, ni emocionarse leyendo un pasaje, o
fantasear sobre el mismo, sino que hay que
releer con atención, que es como ahondar en lo profundo del pensamiento en que
se mueve el Diálogo, hasta alcanzar el éxtasis ante el por qué de la Creación,
de la Redención, de la vida, de la muerte, del más allá… Y no menos sobre el
Cosmos.
A nada aspiro que no
sea bendecir con esta obra al que todo lo merece: Jesús, Presencia viva en mí.
Manuel, Profeta de
‘Clave 9’.
-Nota especial: En
tanto que el original de esta obra fue escrito a máquina por mí, y después
transcrita por persona no experimentada en la materia, y directamente de las
manos de ella pasó a imprenta, se detectan no pocas fallas, que ahora he procurado corregir, al
menos las más visibles. Manuel.
CAPÍTULO I
JESÚS NO ES UN ESENIO
La figura de Jesús la han explotado de tal manera que cada parcela humana la ha querido
acaparar para sí:
·
Unos lo han considerado como ‘revolucionario’; otros, conforme a
sus doctrinas: ’Un super-‘yo’ o
‘conciencia’, un ascendido, un ‘esenio, un revolucionario, etc.
·
Ya en mi librito <Desde mi Ventana Comunicacional> he
defendido al ‘Cristo histórico’, real e ‘Hijo de Dios’, frente al ‘cristo
esotérico’: ‘Un super yo’. Ahora
procuraré decir que no es un ‘esenio’, ni un revolucionario’ en estas primeras
páginas.
·
Me apoyo para este último propósito en ‘Flavio Josefo’ /’no es
un esenio’/ y en los Evangelios /no es un ‘revolucionario’/.
·
Hay que preguntar: ¿Por qué siendo Jesús una figura histórica
/según los Evangelios y la tradición/, Flavio Josefo no nos habla de El /Jesús/ con la misma precisión con que lo hace
de otros personajes de menor importancia? ¿Es esto acaso intencionado, y a qué
pudo obedecer? ¿Es que acaso la vida de Cristo pasó tan desapercibida ante los
ojos de aquella civilización’? Los comentarios sobre Jesús estaban en plena
efervescencia. Sus discípulos estaban en completa acción. Las persecuciones y
los martirios no menos tenían su apogeo. Flavio Josefo estuvo cerca de aquel
escenario. ¿Por qué, repito, el silencio sobre Jesús? ¿Ha podido ser mutilada
la obra de Flavio Josefo? De ser así, ¿por quién y por qué? En Flavio Josefo,
siendo la doctrina de los fariseos, a quienes Jesús dirigió muchos dardos
/sentencias/, según sus propias palabras /de Flavio Josefo/ se descarta la
intención revanchista de silenciar a Jesús:”Todo esto que he dicho… más por
causa de los que desean saber de la verdad que por los que con ello se huelgan,
procurando que no pueda ser vituperado por los que saben cómo pasaron tales
cosas ni por los que en ellas se hallaron”. Aquí está lo raro. La intención de
dicho autor está de manifiesto: Decir ‘la verdad’.
·
Salta a mi mente: ¿Pudo influir en este silencio /y que por ello
Flavio Josefo no tomó muy en cuenta a Jesús ni a sus discípulos en esta obra/
el hecho de que los cristiano se hicieron foco activo de resistencia? –Flavio
Josefo hace énfasis en los “revoltosos”, y Jesús escapaba a esta categoría por
su mansedumbre.
·
Sea lo que fuere, Flavio Josefo no nos habla de Jesús como
nosotros quisiéramos. …¿Pero cómo pudo pasar tan desapercibido aquello de las
muchedumbres que seguían a Jesús y los milagros que El hacía? ¿Y si fariseos y
romanos se pusieron de acuerdo en borrar de las páginas de la historia a Jesús?
Unos, por los ataques que recibieron del mismo Jesús. Otros, porque no
trascendieran sombras sobre el César, y el mejor remedio era echar tierra sobre
todo lo acontecido. Conjeturas, quizás, pero algo motivó a que Jesús quedara
fuera de las páginas de Flavio Josefo. Quizás Jesús, en el mejor de los casos,
no fue para Flavio Josefo sino un sofista más de los que aparecían en aquella
época en la escena pública, y sin mayor trascendencia… Y los seguidores de
Jesús no eran sino ‘gusanos’ que provocaban el suplicio y nada más. ¿Pero, y la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén? ¿Y el sermón de la Montaña? ¿Y la
importancia que los Evangelios dan a la ‘Venida del Mesías’, a la intervención
de Herodes en este hecho, a la Crucifixión, a la Resurrección y a la
Ascensión…? ¿Por qué no le dieron relevancia a nada de esto que tenía en jaque
y mate sobre todo a los judíos de aquel tiempo y a la secta de Flavio Josefo
/los fariseos/? …Y otras cosas que el amable lector pueda evocar en sus
conocimientos de lo acaecido. A todo ello concluyo con la opinión de varios
autores de que lo que de magnificencia dijera Flavio Josefo acerca de Jesús son “interpolaciones
hechas por los mismos cristianos”; pero Flavio Josefo pareciera mirar a Jesús
como alguien no de su agrado doctrinario:”…apareció un cierto Jesús”. Y en
aquella época había otras personas sediciosas hasta con nombre ‘Jesús’.
·
AHORA NOS VAMOS A DETENER EN QUE JESÚS NO FUE UN ‘ESENIO’:
-Los esenios vivían en
comunidad; Jesús en su casa.
-Los esenios abogaban
por los bienes en comunidad, y todo para su comunidad, sin que nadie diera otro
fin a las reglas. Jesús no tenía más regla en cuanto a los bienes que
repartírselos a los pobres.
-Los esenios estaban
ceñidos sólo al seguimiento de la regla monástica. Jesús se hace El mismo su
propia regla sin dar más cuenta de ello sino al Padre, que era al único a quien
El obedecía. Además, Jesús no deja una doctrina escrita como la tenían los
esenios. Y aunque hay ciertas cosas que se puedan comparar con lo que decía
Jesús /sobre el jurar ‘sí’, y otros detalles/, todo esto se correspondía con la
cultura general de los judíos. Jesús no era un esenio.
-Los esenios tenían por
afrenta el aceite. Jesús lo menciona positivamente en sus relatos.
-Los esenios eran
rígidos en cuanto a sus vestimentas y muy cuidadosos de que sus cuerpos no se
descubrieran y dieran lugar a sensualismo carnal. Jesús y sus discípulos no
toman en cuenta los atuendos ni el desnudo. Pedro estaba desnudo en la barca, y
Jesús fue bautizado completamente desnudo sumergiéndose en el Jordán /tengo
revelación de esto/.
-Los esenios eran
meticulosos en lavarse las manos antes de comer. Jesús /y sus discípulos/ le
daba más importancia al lavado interior que al exterior.
-Los esenios eran
amantes del silencio. Jesús hablaba sin descanso.
-Los esenios
discriminaban no sólo a quienes no estaban en sus reglas, sino que en la
comunicación entre sí había que atenerse a los miembros de una misma jerarquía.
Jesús compartía con todos por igual.
-Los esenios guardaban
templanza en el comer. Jesús decía que “lo que entra por la boca no es malo”.
-Los esenios seguían al
pie de la letra las escrituras y estaban sometidos a sus reglas. Jesús
respetaba las escrituras, pero no estaba sometido a ellas /como, por ejemplo,
el sábado/. Jesús decía que El era “dueño del sábado”.
-Los esenios no sólo
admitían el castigo externo, sino hasta la pena de muerte, y hasta hacer morir
de hambre a los miembros impenitentes. Jesús, por el contrario, rechazaba todo
esto. “El que a hierro mata, a hierro muere”, decía. Lo suyo era el perdón y la
misericordia. Y nos alertaba de esto: ¿Si supierais lo que significa “prefiero
la misericordia al sacrificio?”.
-Los esenios concebían el cielo y el infierno más allá del
océano. Jesús venía del cielo y subió al cielo. Y nos hablaba hasta la saciedad
de este reino de los cielos, cuya era esta misión.
Por todo esto y muchas otras cosas que he
dejado pasar, Jesús no es un esenio.
-Además, los esenios
hacían resistencia a los romanos. Cristo, en su misión de sanador de almas,
dijo:”Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. De tal
manera que Jesús se muestra contrario a los esenios. Mal podría Jesús haber
recibido una formación de los esenios.
-Aunque se pretenda ubicar a Jesús entre los
esenios, las palabras de El y sus ejemplos contrastan con la filosofía esenia.
Jesús estuvo todo el tiempo de su vida terrenal “sujeto a sus padres”. Jesús no
estuvo ni siquiera bajo la custodia de los esenios. Más bien, por revelación
que tengo, Jesús fue asistido en todo momento por los ángeles: “Y llegaron
ángeles y le servían”. Y algo muy curioso es que a Jesús, aunque lo calla el
Evangelio, lo acompañaban y servían <hermanos atlantes> vestidos en forma
de ángeles. <Atlantes preservados por el Padre para atender físicamente a su
Hijo. Entre ellos podemos contar a los Magos. Ellos en sus vestiduras blancas
llevaban sobe su pecho un símbolo que representaba /en su espera/ al
Cristo>.
Nadie puede poner en dudas que entre el mensaje
de Jesús y el de los esenios existen algunas semejanzas, así como también las
hay con otras doctrinas; pero las diferencias son enormes.
-En cuanto a otras figuras que han hecho
bandera de Jesús como ‘super conciencia,
super yo, maestro ascendido, etc.’, lo
dejo al arbitrio de los diferentes criterios. Jesús, como el Cristo, como el
Hijo de Dios, una vez leídos los Evangelios con el debido respeto que merecen,
no habrá que recurrir a más argumentaciones en pro de El. De mi parte soy
respetuoso de las diversas posiciones que se tengan al respecto. Las opiniones
no podrán cambiar la realidad de Jesús como entidad histórica.
CAPÍTULO II
¿JESÚS REVOLUCIONARIO?
Siempre se ha oído decir por parte de
intelectuales, de clérigos y de políticos, que Jesús era un revolucionario
social. Cada cual ha tomado a Jesús para justificar sus prédicas y afianzar en algo sólido sus
ideologías. No es el propósito citar nombres. Para unos, Jesús ha sido el Hijo
de Dios de los cristianos; para otros, el revolucionario social, quitándosele
así, al mismo tiempo, su carácter divino.
Recorramos un poco los Evangelios, que son la
fuente más directa que nos ha llegado de Jesús.
1.- Las Bienaventuranzas. Así nos habla Mateo:
·
Viendo a la muchedumbre, subió a un monte, y cuando se hubo
sentado se le acercaron los discípulos. Y abriendo El su boca, los enseñaba
diciendo:
·
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el reino
de los cielos /aquí la enseñanza es espiritual/.
·
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra
/aquí la enseñanza es espiritual, pues que si es más fácil que un camello entre
por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos, es mucho más
difícil que un manso sea poseedor de la tierra frente a la ambición y maldad de
los hombres del mundo. La posesión de la tierra es la patria
celestial/.
·
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados
/aquí la enseñanza es espiritual, un consuelo de dicha eterna/.
·
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán hartos /aquí la enseñanza es espiritual, pues que la saciedad como
premio al obrar en justicia está dirigida al más allá/.
·
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos
de Dios /aquí la enseñanza es espiritual/.
·
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia,
porque suyo es el reino de los cielos /aquí la enseñanza es espiritual/.
En ningún momento dice
Jesús: ¡Bienaventurados todos los que atravesáis por estas circunstancias,
porque yo os voy a dar como posesión esta tierra para que la disfrutéis, ya que
sois pobres de espíritu y mansos; porque lloráis y tenéis hambre y sed de
justicia; porque sois pacíficos y padecéis persecución por la justicia! Jesús
les promete como premio a todo esto el reino de los cielos. Un revolucionario
social incita a las masas a acabar con los que hacen sufrir al pueblo, con los
que se enriquecen a costa de la miseria de los demás, y con los que pisotean
los derechos del pueblo e injustamente lo tratan. Jesús no ofrece cosas de este
mundo, porque El lo dijo bien claro:”Mi reino no es de este mundo”. Jesús más
bien dice que el que lo siga ya sabe a qué atenerse: Tiene que tomar su cruz y
repararse, porque no es mayor el siervo que su Señor; esto es, que si a El le
han hecho todas esas cosas, a sus seguidores no les espera otra suerte mejor.
Son muchos los
pronunciamientos en religión de que Jesús vino a sufrir. Una cosa es que Jesús
a su paso por esta vida sufriera por causa de las incomprensiones y maldades de
los hombres, y otra es que su fin en esta vida era sufrir. No. Jesús vino con
un fin más noble: Salvar al hombre. El sufrimiento sería una consecuencia de su
misión. Además, todo ser que venga a vivir a esta Tierra como uno de los
humanos, tiene necesariamente que sufrir de una manera que otra, pues que esta
dimensión es muy densa y se caracteriza por una serie de hitos que se dan en el
devenir de todas las cosas, animadas o inanimadas. Y cada hito trae consigo
deterioro y dolor. De lo contrario no hay movimiento en la cadena de la vida.
Nos referimos a que cada hito es un paso entre un estadio y otro del ser. Sobre
el hito se hablará más adelante, cuando hipotéticamente tome la palabra Jesús.
Mientras tanto quede asentado el hito como, por ejemplo, el cambio que se da en
la semilla para que surja la planta.
Mas continuemos sobre
el Jesús revolucionario. Una cosa muy curiosa y de argumentación de que Jesús
no era un seductor de masas, tal como es concebido en política, la tenemos en que, siendo en verdad los Evangelios la
fuente que nos presenta con detalles la vida de Jesús, no encontramos un pasaje
donde los romanos persigan a Jesús; exceptuando la ‘huida a Egipto’ de la
Sagrada Familia, cuando Herodes ordenó la matanza de los inocentes por
temor a que entre ellos se hallase el
‘rey de los judíos’, un contrincante del imperio.
Y si a justicia vamos,
las prédicas de Jesús favorecían en realidad al imperio. Jesús llamaba no a la
sublevación de las gentes, sino todo lo contrario, y esto le convenía al
imperio: que fueran mansos, que fueran pacíficos, que sufrieran persecuciones
por la justicia… A los romanos no les afectaba el que todo esto destruyera su
religión, porque no la tenían. No se puede negar, no obstante, que el Mensaje
de Jesús produciría actitudes más limpias en aquella sociedad manchada por el horror. Pero por de pronto no traería
consecuencias al imperio, ni al César. Mucho menos cuando el mismo Jesús
reconoció abiertamente la autoridad del César: “Dad al Cesar lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios”. Los romanos no eran tan tontos como para no
comprender aquellas cosas. El problema vendría más tarde, cuando se
multiplicaron los cristianos y se despertaron de que su Dios no era el César, sino Jesús y
su Padre Celestial. Aquí se puede decir que comienza, más que una revolución
social, un problema de principios para el imperio. Se había producido un desafío en el orden de
la idea matriz: Ya el César no era dios para los cristianos. Y vinieron las
persecuciones. Y hubo martirios. Y entonces sí se puede tomar la situación como
una revolución. Pero aun así, los primeros cristianos, los no dominados por la
política que los absorbería después, se refugiaron en catacumbas. Pero no
propiciaron un enfrentamiento armado contra el imperio. Lo de ellos, lo de los
cristianos, era testimoniar de que Jesús era el Enviado de Dios. Lo de “mi
reino no es de este mundo” pareciera
haber calado profundamente. No obstante,
los cristianos no estaban motivados ni preparados para una revolución social.
Repetimos que los enfrentamientos armados vinieron después, cuando la política
capitalizó aquella masa de cristianos y los llevó a guerras fratricidas. Pero
lo que se peleaba en las mentes de los cristianos no era un mejoramiento
social, sino un defender las cosas de su Dios, de Jesús.
Recuérdese cuando Jesús
fue entregado por la clase dominante de los judíos a los romanos. Ni Herodes ni
Pilato hallaron culpabilidad en Jesús de ser sedicioso. La causa del martirio
fue de pugnacidad entre esa clase dominante y las ideas que en aspecto
religioso presentaba Jesús. Este decía de los Principales que eran “sepulcros
blanqueados”, que eran “hipócritas”, que “decían una cosa y hacían otra”, que
“ni entraban por la Ley ni dejaban entrar por ella”. La venganza no sería la
más dulce, sino la de” hiel y vinagre”. Les dolía mucho que Jesús les hubiera
puesto al descubierto en sus abusos y en sus farsas. Sobre todo no perdonaban
lo del ‘sábado’, que Jesús dijera que El era el “dueño del sábado” como el Hijo
de Dios. En fin, Jesús fue puesto en el madero como un malhechor. Pero no por
criterio de los romanos, sino por los mismos dirigentes judíos. Y, aunque Jesús
resucitó y subió a los cielos, ellos dieron estas cosas por desapercibidas.
Lamentándolo mucho,
todavía no se ha hecho una política verdaderamente sana del mensaje de Jesús.
¿Será porque pesan mucho las palabras:”Mi reino no es de este mundo”? ¿O será
por torpeza de los mismos cristianos de haber disfrazado de ritos y ceremonias
el Mensaje y no haberlo ejecutado en toda su dimensión? ¿Acaso de un cristiano
convencido, de fe y practicante, no puede salir una filosofía de vida que tenga
como asiento una política de mundo
mejor? ¿Qué nos respondería Jesús, si le preguntásemos al respecto?
¿Entraríamos en contradicción con el reino de los cielos, o entraríamos más
fácilmente en ese reino celestial, si de verdad hiciéramos un modo de vida más
de Libertad, de Justicia y de Amor, como lo dice ‘Clave 9’?
¿Pero por qué nos preocupamos tanto en hacer de Jesús un
revolucionario en vez de ponerlo en su justo lugar como lo que realmente es: El
Hijo de Dios? ¿Qué le aumenta a Jesús al hacerlo un revolucionario? Más bien lo
disminuiremos en su misión espiritual. El hombre tiene capacidades para hacer
sus revoluciones sociales. Es la revolución espiritual la que vino a hacer
Jesús. Y como consecuencia de esta revolución espiritual vendría la revolución
social, pues lo individual llevado a la perfección como quería Jesús sí nos habría
facilitado una revolución social pacífica. –Si plantear estas cuestiones es
“idealismo”, como un ilustre universitario así me lo dijo, como autor de esta
pequeña obra me quedaría con el
‘idealismo’, que no con la perversión que solemos hacer de la realidad. Es de
propensión fácil criticar y censurar los pronunciamientos de mundo mejor que
hacemos en ‘Clave 9’… Pero ¿qué hacen los sabihondos y cómodos, y hasta
explotadores del sudor ajeno, a favor de una Humanidad más libre, más justa y
más amorosa?
2.- Un revolucionario
no habla en estos términos:
·
Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con
mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en
los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo
antes que vosotros.
·
Un mandamiento nuevo os
doy, que os améis los unos a los otros como Yo os he amado.
·
La paz que Yo os dejo no es como la paz que os da el mundo.
·
Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen.
·
No todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los
cielos.
·
Entrando en Cafarnaún, se le acercó un centurión, suplicándole y
diciéndole: Señor, mi siervo yace en casa paralítico, gravemente atormentado.
El le dijo: Yo iré y le curaré.
·
Tus pecados te son perdonados.
·
Hágase en vosotros según vuestra fe.
Jesús recorría ciudades
y aldeas enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y
curando toda enfermedad y dolencia. Viendo a la muchedumbre, se enterneció de
compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos como ovejas sin pastor.
3.- Cuando Jesús envía
sus discípulos a predicar no les dice
que arrasen en su nombre todo cuanto consigan a su paso: que incendien, que
saqueen, que maten… Los envía con la misión de dar a conocer el reino de los
cielos, y les confiere el poder de perdonar los pecados y de hacer milagros. Y
los previene de que los envía como “ovejas en medio de lobos”, y de que
serán “aborrecidos por causa de su
nombre” y que, “si perseveraren hasta el
fin, serán salvos”. Y en fin, podríamos cerrar este aspecto del Jesús no revolucionario
con estas palabras: ”Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que
soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas…”.
De manera que, desde mi
punto de vista, hacer de Jesús un revolucionario es como buscarle las cinco
patas al gato. Un revolucionario no dice a sus seguidores que pongan “la otra
mejilla”. Que no usen la espada, porque “el que a hierro mata a hierro muere”;
ni los invita a que tomen su cruz. ¡En fin, serían tantos otros detalles los
que alejan a Jesús de ser un revolucionario…! Por experiencia sabe el lector
cuál es el vocabulario de un revolucionario /más agridulce que suave/.
4.- La revolución de
Jesús escapa a la visión política de los revolucionarios de este Planeta. La
revolución que nos trae Jesús es más profunda: Es la revolución del alma hacia
metas de gloria celestial. Una revolución que no cabe en este mundo de afanes,
de egoísmos, de odios, de injusticias, de crímenes… Por eso Jesús lo dijo muy claro:”Mi reino no
es de este mundo”. “Yo he venido a salvaros”. “Yo he venido a dar cumplimiento
a las escrituras”. Y la Jerusalén que Jesús ha ofrecido no es la Jerusalén de
muros, material; ya El lo profetizó:”No quedará piedra sobre piedra”. Y cuantas
veces la reconstruyan con piedras,
tantas veces se derrumbará. La Jerusalén fuerte, invencible y eterna es la de
“Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”. Y esta Jerusalén no se construye con piedras,
sino con la ley del amor, que es la que echa los cimientos del reino de los
cielos.
5.- Por supuesto que
esta revolución del alma daría como fruto un mejor entendimiento entre los
hombres, pues que así lo anunciaron los
ángeles a los pastores en cántico:”¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra
a los hombres de buena voluntad!”. Y por las palabras de Jesús podemos
fortalecer nuestro espíritu y hacer buena nuestra voluntad, y como resultado
habremos logrado una paz más de justicia que la que nos puedan ofrecer los revolucionarios políticos.
6.-Y aunque no acepto a
un Jesús revolucionario como nos lo suelen pintar, sí acepto la revolución del
alma, del reino de los cielos. Una revolución que izó en la Tierra la bandera
de un nuevo Dios. Y el mundo entero, a través de los enviados, se hizo eco de
esta buena nueva. Y se levantaron nuevos templos de cúpulas hacia el cielo. La
cruz, símbolo de muerte, aparecería ahora como ícono de gloria en abrazo de
esperanza para la Humanidad. Y apareció una nueva literatura. Una nueva filosofía.
Un nuevo arte. La Humanidad abría sus ojos hacia el cielo. El mismo Dios había
bajado a la Tierra. Y con su venida el dolor se hacía más suave. Las lágrimas
tenían un sentido. Amasar el pan de cada día ya no era castigo, sino una
oblación. Las puertas del cielo se abrían nuevamente a la Humanidad. Había una
esperanza de redención en medio de las espinas y abrojos por las que transita
el hombre.
7.- Así, pues, es que
acepto al Jesús revolucionario, como lo que es: EL HIJO DE DIOS.
El hombre es lo que
lleva en su mente.
Tú vales y mereces
mucho más.
¡Pies en tierra!
¡Libertad, Justicia y
Amor!
Manuel, Profeta de
‘Clave 9‘.
MANUELCLAVE9@HOTMAIL.COM
CAPÍTULO III
DIALOGANDO CON JESÚS
-¿Maestro, debemos tener participación activa
en la sociedad como discípulos tuyos?
-¿Acaso habéis visto a vuestro Maestro en
estado pasivo? Ya os dije que las raposas tienen cuevas y las aves del cielo
nidos; y que el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza. No es sólo
desprendimiento lo que os pido, sino que en la construcción del reino de los
cielos no hay descanso. No hay tiempo para reclinar la cabeza sobre almohada.
Los muertos que entierren a los muertos. A mis seguidores les toca ir a
anunciar el reino de Dios. Y os digo que estéis
atentos y vigiléis. Que no os suceda como a mis Apóstoles, quienes
pasaron por esta prueba de estar atentos y de vigilar, y se durmieron en la
hora más aciaga. Entregaron sus cuerpos al sueño, mientras el enemigo se hacía
presente. Mis seguidores tienen que estar en vigilia permanente y, además, ser
íntegros, no sea que el miedo los absorba como a Pedro que no había cantado el
gallo dos veces y ya me había negado tres.
-¿Maestro, te podríamos catalogar de
‘revolucionario’ como así dicen de ti ciertos hombres de la vida pública, y así
lo hemos oído siempre?
-Yo no soy un revolucionario como muchos
quisieran. Y todavía, sin serlo, así me conceptúan de acuerdo a sus intereses,
pues que luego mis enseñanzas /que pasarán todas las cosas, pero mis palabras
permanecerán/ no las toman en cuenta. Sólo utilizan mi nombre y algunas de mis
palabras para adaptarlas, repito, a sus intereses. Yo soy de Arriba, y vosotros
de abajo. Y ya sabéis lo que el mismo Padre ha dicho: Que uno es el pensamiento
del hombre y otro el de El, el de Dios. Y, recordad, cuando Juan el Bautista
fue preso, Yo comencé a predicar: Arrepentíos, porque se acerca el reino de
Dios. Yo no dije: Preparaos, porque aquí está el que ha de gobernar, el que os
va a dar pan, trabajo y bienestar social, como si vosotros estuvieseis
impedidos para conseguir estos fines. Yo vine a este mundo por las razones que
exponen las escrituras: Para salvar al mundo, pues que tanto amó mi Padre al
mundo que me ha enviado a mí a salvarlo.
-¿Maestro, salvar al mundo de qué?
-De su pecado. De su desobediencia al mandato
del Padre. Del rompimiento de la Ley. De una afrenta irreparable directamente
hecha al Padre. De un engaño a vosotros mismos que os habéis sumido en la inconsciencia.
Vuestra caída os ha hecho descender de condición: engañáis por engañar; robáis
por robar, matáis por matar…Y desde la sangre del Justo Abel habéis derramado
la sangre de vuestro prójimo a torrentes por toda la faz de la Tierra. E igual
que Adán mintió y se ocultó creyendo burlar la presencia del Padre…. E igual
que Caín huyó despavorido…, todos vosotros permanecéis en la mentira y hasta
tapándoos el rostro para que los demás no os señalen a la cara vuestra maldad.
El hombre, vuestra especie, se degradó desde entonces y aún son muy pocos lo
que oyendo la voz del Padre y mis palabras, se han podido levantar de ese
pecado. Pero sabed de una vez por todas que ya las puertas del cielo han sido
abiertas por mí.
-¿Maestro, háblanos algo más de esa nuestra
caída?
-Está escrito que mi Padre, en la ascendencia
de Adán, os arrojó del Jardín de Edén y tuvisteis que agachar la cerviz para
labrar la tierra. Pero propiamente no fue El que os arrojó, sino vosotros
mismos los que os lanzasteis al abismo. Creíais poder engañar al Padre y os
engañasteis a vosotros mismos. Vuestro libre albedrío, hecho pensamiento cual
astuta serpiente, os indujo a comer del fruto prohibido, que no es otra cosa
que el desafío a la Ley de Armonía preestablecida por el Padre. Dudabais de todo, pero sabíais
lo que era bueno y lo que era malo, y comenzasteis a inclinaros sobre lo malo,
a tocar lo malo, a tomar lo malo. Comisteis, pues, del fruto prohibido, de lo
malo. Y os sentisteis desnudos. Os disteis cuenta que habías perdido la
inocencia. Y por más que lo intentasteis no pudisteis ocultaros de la presencia
del Padre. Vuestra conciencia os acusaba por sí misma. Estabais desnudos, sin
inocencia ya. Y el Padre os hablaba en cada una de las cosas de la naturaleza
que veíais, que en su metáfora, quiere decir que el Padre se paseaba por el jardín
al fresco del día. Su voz no la podíais tolerar. Ya os habías acostumbrado a lo malo. Y en vez de
reconciliaros con el Padre y con vuestra conciencia, fuisteis por otros
senderos de excusas y de dites y diremes, como soléis decir. Quisisteis acomodar las cosas a vuestro modo, que sería
lo mismo que, según el adagio, coserse
unas hojas de higuera y hacerse unos cinturones. Eso y nada fue lo
mismo. Vosotros cerrasteis las puertas
del paraíso, las puertas de la inocencia y del bien. Y os tuvisteis que ver en
el espejo de vuestra torpeza. Ya habías salido por Ley del paraíso. Ya éste no
os pertenecía. Los querubines de la rectitud, la ley que no
se presta a engaño, os salió al paso cual flameantes espadas y os cortó
el camino que conduce al árbol de la vida. No hay excusas. Se rompió la Ley de la Armonía. No habría, pues, acceso
a la vida eterna. Y surge en la Ley del Amor del Padre la voluntad buena, grata
y perfecta para reparar ese camino y restablecer lo perdido. Y es cuando Yo,
Manación Divina del Amor del Padre, me ofrecí como el ingeniero que repararía
ese camino, y heme aquí vuestro Redentor y vuestro Salvador. Y así soy la
piedra angular que une lo viejo con lo nuevo, y soy Yo mismo El Camino, la
Verdad y la Vida, el puente entre vosotros y el Padre. Las puertas ya están
abiertas. La libertad del hombre es sagrada, y tan sagrada que es como decir
que pisáis tierra santa. Y esta tierra santa de la libertad la respeta el mismo
Padre, porque por ella es que puede germinar la semilla del reino de los cielos
en vosotros. Sólo falta que el hombre responda al llamado y aprenda a subir al
monte de las bienaventuranzas para desde allí oír el silencio en medio del
murmullo. La libertad es el motor para
impulsar a la perfección; de lo cual deberíais estar orgullosos en vez de buscar
excusas de por qué os hizo Dios así. ¿Qué otro mérito tendría vuestra
existencia sin la libertad, que no la ley ciega de los animales?
-¿Maestro, cómo es posible oír el silencio en
medio del murmullo? ¿No será esto más que parábola, una metáfora que sólo pueda entenderla un ingenio de
profunda musa?
-Antes que el murmullo es el silencio. Mi Padre
ha depositado dentro de vosotros esta capacidad. En esa medida también os he
dicho conoceréis la verdad, y la verdad os librará de ese mundanal ruido, que, teniendo
oídos el hombre, no le permite oír. Pedid y se os dará ese silencio. Llamad y
se os obrará la puerta del silencio. Buscad de esta manera ese silencio y lo
hallaréis dentro de vosotros mismos. Entonces también estaréis en capacidad de
comprender mejor el Mensaje que os ofrece Manuel, su profeta.
-¿Maestro, y ya que tocamos el Mensaje ‘Clave
9’, no habrá contradicción entre tu Buena Nueva y dicho Mensaje?
- El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos
que oiga, y el que tenga entendimiento que entienda. Que los sentidos y
discernimiento han sido dados para la
armonía en el Poder. O sea, para la armonía en Dios, en mi Padre, en vuestro
Padre Celestial. Por la Libertad, por la Justicia y por el Amor del Mensaje
‘Clave 9’ podéis lograr esa armonía con el Padre. Y no sólo con el Padre, sino
que ya esto lleva implícita la armonía del hombre consigo mismo y con sus
semejantes, con su prójimo, cual es el mandato del Padre. Y ya sabéis que de
nada vale decir: Señor, Señor, si no ponéis en práctica mis palabras. ¿Y pueden
estar mis palabras reñidas con la Libertad, con la Justicia y con el Amor de
que os habla ‘Clave 9’? Recordad una vez más cómo mi Apóstol Pablo os decía que
teníais que renovar vuestra mente.
Quien, pues, aprenda a ser más libre de apegos y de enredos, ya está renovando
su mente y elevándose a conciencia superior, a ‘Conciencia Cósmica’. Quien,
pues aprenda a ser más justo en el mundo en que le toca actuar, ya se está
elevando de igual manera a ‘Conciencia Cósmica’. Y, quien, pues, aprenda a amar
a su prójimo como a sí mismo, ya ha engrandecido el reino de los cielos que
lleva dentro de sí mismo; ya habrá tomado ‘Conciencia Cósmica’. No hay, pues,
contradicción entre mi Mensaje y el Mensaje ‘Clave 9’ en tal sentido.
-Maestro, tu Mensaje ya lleva dos mil años y
todavía estamos igual o peor, ¿qué nos dices a esto, Maestro?
-¡Oh, hombres de poca fe! ¡Oh, hombres, que
buscáis lo fácil y la contradicción en
todo! ¿Por qué en vez de poner peros no os lanzáis a la acción positiva? ¿Por
qué dudáis de mis palabras y estáis tan
pronto a lo inmediato? ¿Por qué para las cosas de satisfacción personal, de las
apetencias mundanas, no dudáis? ¿Qué, que no sea esto, es lo que impide el
cumplimiento de mis palabras? Además, os repito: Todas las cosas pasarán, pero
mis palabras permanecerán. Para Dios, que es lo mío, da lo mismo un día que mil
años, que mil años que un día; el problema no está en mis Palabras, sino que, os repito, os
gusta lo fácil, y la puerta de mi redil es estrecha, como estrecha es
también la senda que conduce a ella. Por
eso os dije que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que
un rico en el reino de los cielos. Y,
para mí, pues que para Dios no
hay acepción de personas, ya os demostré que me debo a ricos y a pobres. Lo
importante es ser pobre de espíritu, que no de espíritu pobre. Ser manso y
humilde de corazón.
-¿Maestro, podemos estar, entonces seguros de
tus palabras, de que lograremos ser salvos por tu nombre?
-De hecho ya están abiertas las puertas del
paraíso celestial. No olvidéis que lo que es imposible para el hombre, es
posible para Dios. Y si es estrecha la puerta que conduce al cielo, en mis
palabras hallaréis la fórmula para ensancharla y que quepáis todos. En la casa
de mi Padre hay muchas moradas. Tantas cuantos deseen tener la suya como
heredad eterna e intransferible. Si no fuera así Yo os lo diría. Todos tenéis
derecho por igual a la dicha inefable que el Padre os tiene preparada. A cada
cual le será dado lo suyo. Nadie se
quejará de su posición. Sólo los impíos tendrán crujir de dientes; pero no
considerarán injusta su posición. A cada cual según la multiplicación que hayan
hecho de sus talentos, se les dará lo suyo. Hasta el que ha sido engendrado y
no ha tenido oportunidad entrar en sociedad, y, hasta los que habiendo nacido
en condiciones defectuosas y sin tener conciencia de su mundo…, a todos les
está reservada su debida estancia. Cada habitáculo estará construido conforme a
la Gran Ley de Equidad que todo lo rige. Al que más, más. Al que menos, menos.
Lo único es que allá no entra espíritu impuro. El día de la reversibilidad
cósmica, el día de la resurrección de los cuerpos, ese día, el llamado del Gran
Juicio, habrá unos hacia el lado derecho y otros hacia el lado izquierdo, de
acuerdo, repito, al buen uso o mal uso que hayan hecho de sus talentos. Ese día
no vale haber guardado los talentos por temor a perderlos, pues ya se ha dicho
que más vale frío o caliente que no tibio. Por eso también que: al que poco
tiene, aún lo poco que tiene, se le quitará; y al que más tiene, más se le
dará. Los fríos pueden sentir el calor del arrepentimiento. Los tibios suelen
ser indiferentes acomodaticios. Estos no tienen parte en el reino de los
cielos. Más bien suelen ser un estorbo para Yo poder cumplir mi misión: Que los
que no ven, vean; y los que ven, no vean, porque les quedan grandes mis
palabras, que no caben en el lente de sus pretensiones y prepotencias. Mas no
temáis. Yo he venido a salvar el mundo y no a condenarlo. Al que me ame y
cumpla con mis palabras, el Padre y Yo vendremos a hacer morada en él, y para
siempre.
-¿Maestro, y por qué unos a la derecha y otros
a la izquierda cuando se dé el Juicio?
-La Ley de la Justicia se cumple en cada cual
según sus intenciones y sus obras. Ese día nadie puede protestar. Allí no hay
excusas. Allí cada alma sabe que reclamar lo que no se merece es injusto, y
ningún alma se atrevería a manchar la Justicia Divina. Hay aceptación y no
reclamo o rebeldía. Sí hay crujir de
dientes, por el dolor no de ser castigados, sino por no haber utilizado bien
sus talentos y haber desviado su conciencia de la meta señalada por el Padre
para su hijos.
-¿Maestro, y tú no puedes salvar a esas almas?
¿Cómo es posible que un Dios misericordioso que nos pide a nosotros que
tengamos caridad con nuestro prójimo, y El castiga a sus hijos?
-Ya os he dicho que el pensamiento de Dios no
es lo mismo que el pensamiento de los hombres, y que lo que es imposible para
el hombre, es posible para Dios, que es una misma cosa con su Justicia Divina.
El Padre, en su Justicia Infinita, no exige a sus hijos lo que éstos no pueden
dar, sino según los talentos otorgados. Y los talentos no son sino añadiduras a
la heredad que tiene para la posesión de cada uno de sus hijos. A todos, por
Amor y Justicia en la Voluntad del Padre, les pertenece una porción. Y esta
porción, por Ley de la Libertad, es para que, mejorándola por vuestros frutos
de bien, os elevéis de estadio en el devenir de vuestro ser, pues que sois
creados para ser perfectos como el Padre Celestial es perfecto. Y, en
consecuencia, si en este estado de la dimensión en que ahora estáis habéis
fallado, necesariamente tenéis que continuar hacia la perfección pariendo desde
el punto que hayáis logrado. Os doy un ejemplo: <Una carrera de caballos.
Seis jinetes han sido seleccionados por el Padre para que emprendáis la carrera
de la perfección. De entre ellos, en orden descendente, hay tres que están
acostumbrados a batir récord. Los otros tres siguiendo el orden, tienen que
esforzarse para medio aproximarse a la meta. Los tres primeros, haciendo alarde
de sus éxitos no se dieron de lleno a las pruebas. Los tres inferiores agotaban
sus energías y la de sus caballos ejercitándose para la competencia. Y llegó el
día y la hora de la partida. Los tres últimos jinetes lograron atravesar la
meta en su correspondiente orden de primero, segundo y tercero. Los tres
primeros, y mejores por sus dotes y experiencia, entraron también en su
respectivo orden de cuarto, quinto y sexto. Estos perdieron la carrera. Y todos
públicamente y con fotografía del momento recibieron el veredicto del juez>.
¿Si todo de-lante de los seis participantes se hizo legalmente, quien iba a
reclamar? Más bien sintieron rabia y vergüenza. Sólo les quedaba un remedio:
esperar una nueva carrera. Así que ya os he dicho que muchos últimos serán los primeros
y muchos primeros serán los últimos. En las cosas del reino de los cielos hay
que permanecer fieles hasta el final. ¿Los castigó el juez o se castigaron
ellos mismos por su arrogancia? Así que no es el Padre el que castiga a los que
van a la izquierda; y, aunque son
llamados ‘malditos’, no es porque queden fuera de la comprensión, del amor y de
la misericordia del Padre, sino que son ‘malditos’ porque ellos infirieron el
mal de no querer estar a la derecha del Padre. Tendrán, repito, ahora, que partir
en el nuevo ciclo vital de
perfeccionamiento desde el punto del sitial que han alcanzado. Lo que no hay es
regreso, retorno, como dicen las escrituras. El Padre es perfecto y no pierde
perfección. Vosotros sois imperfectos y sois llamados a la perfección. De aquí
que el reino de los cielos no viene ostensiblemente. Hay que ganarlo. Y en
ascender en semejanza a la perfección del Padre está la felicidad y la dicha
eterna. Y no conjeturéis en vano. Aquí, en esta dimensión terrenal, se paga en
moneda tiempo; allá en moneda eterna, donde ni el fuego se apaga ni el gusano
se consume. ¿Os duele oír esto? Mas es una realidad.
-Maestro, acláranos un poco más sobre el juicio
final.
-Ahora estáis en esta modalidad del ser, antes
habíais estado en otra inferior. De aquí en adelante habéis entrado a ser
‘imagen de Dios’, y seréis llamados hijos suyos si cumplís con la Ley de la
Armonía universal que reposa en vuestra conciencia y que rige todas las cosas.
El Padre así, por simplemente obrar justicia, os recibe como a hijos suyos. El
quiere, y me ha dado a mí el cuido, que sus hijos no se pierdan. Por eso Yo he
venido, repito, a abriros las puertas del paraíso, que habían sido cerradas por
el rompimiento que hicisteis del mandato
divino. Vuestra especie abusó del libre albedrío, y sobrevino la tragedia. Hay
que cumplir con la Gran Ley, que tenéis especificada en los Mandamientos. Y
todavía el que quiera más perfección que tome su cruz y me siga. Aquel día, a
los obradores del bien, por Ley de Justicia les diré: ¡Venid, benditos de mi
Padre! Y a los obradores de iniquidad les diré: ¡Apartaos de mí! Mas no seré Yo
el que diga esto, sino lo oirán en el grito de sus conciencias reflejado en mí
como Juez de vivos y muertos.
-¿Maestro, y cómo es que Tú habiendo venido por
amor a salvarnos nos va a despreciar así de esa manera? ¿No es esto un
contrasentido?
-Contrasentido es tener ojos para ver, y no
querer ver. Tener oídos para oír, y no querer oír. Y tener entendimiento para
entender, y no querer entender sino aquello que sea de halago terrenal, de
concupiscencia y de maldad para con el prójimo. Además, Yo no os desprecio.
Vosotros os juzgáis a vosotros mismos ante la Gran Ley de Justicia. Yo cumplo
simplemente con daros el lugar que os corresponde. Ya sabéis que vino la luz al
mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, y que en esto cosiste
el juicio.
-¿Maestro, pero tú no sufres con esto?
-El Padre y Yo somos una misma cosa. Somos
perfectos. Somos justos. Somos plenitud de amor. Y por amor todo ha sido hecho.
Yo ni desprecio ni sufro. Uno, os he dicho, es vuestro pensamiento y otro el de
Dios. Una es vuestra manera de concebir las cosas y otra la de Dios. Si cada
uno concibe lo suyo, ¿dónde está el desprecio o el desamor? Todos habéis sido
creados para la vida eterna, y todos estáis en el proceso de perfección. Que
unos lleguen antes o lleguen después, el Padre no tiene prisa. La prisa la
debéis tener vosotros en caso tal. Dios es perfecto.
-Maestro, nos animan tus palabras a ponernos
con fe ciega en los brazos del Padre. Esperamos que El nos hable en todo para no incurrir en errores.
-Jamás he dicho a mis discípulos que se crucen
de brazos. El reino de los cielos no llega ostensiblemente. Ni esperéis que
todo se os resuelva por arte de magia. El Padre os ha dado un equipo bien
completo para que ordenéis no sólo vuestro templo interior, sino toda la
naturaleza que os rodea. No es cerrando los ojos, por más que estéis
despiertos, como lograréis elevaros en perfección. Ya sabéis de mis Apóstoles
cómo no sólo cerraron sus ojos, sino que se durmieron en la hora más aciaga y
tuve que reprenderlos. Y os he puesto
también el caso de las vírgenes imprudentes, que les llegó el novio a
media noches y no tenían aceite para las lámparas. El reino de los cielos os he
dicho que es como la casa dispuesta a Dios. Y en ella debe haber espacio para
la fe, paras las buenas obras, para la oración y para el cumplimiento del deber
con entes sociales que sois. Y no sólo debéis almacenar frutos espirituales,
sino dejar también un lugar como despensa del cotidiano vivir. No sea esto que
llegue el día de la siembra y no tengáis semilla para la labranza. Cuando
estéis en vacas gordas, pensad que también os pueden venir las flacas. Con lo cual no os quiero decir que os
apeguéis a los bienes materiales, sino que así como el Padre no ha separado la
materia del espíritu, así tampoco descuidéis el pan vuestro de cada día. Esto
es lo que yo os he enseñado con la oración del Padre Nuestro. De manera que si
así actuáis , en cosas del espíritu y del cuerpo, el Padre os dará torrentes de
gracias y, antes de que se avizore la necesidad, como el Padre os oye antes de
que habléis, tendréis cubierta vuestra
mesa y la de vuestros hijos. Y os digo una cosa: Si hay hambre en el mundo,
enfermedades, guerras y otros males sociales, es porque todavía no habéis
querido levantar cabeza y cumplir con los Mandamientos del Padre. ¿Cómo, pues,
os atrevéis a pedir al Padre, si habéis cerrado la puerta de la comunicación y
pisoteáis vuestra misma dignidad humana?
Aquí están las causas de los grandes males que os azotan. Tratad de entender
mis palabras y ponerlas por obra. Veréis la diferencia. Y en vez de
lamentaciones saldrán de vuestros corazones
cánticos de gloria al Señor, y, sin temor a la muerte, tomaréis a ésta como
el puente, el hito, que os ha de conducir a la patria celestial. La materia no
es mala. Os he dicho que el Padre vio que era buena y os la dio para que
dominarais sobre ella. Pero dominad la materia como lo que realmente sois,
imagen de Dios y entes dotados de sentidos, de fuerzas, de voluntad y de mente
para saber lo que es bueno y lo que es malo. Yo nunca he dicho que la materia
es mala, que la materia hay que rechazarla y aborrecerla, cuando la materia es
la nave que el Padre os ha dado para que atraveséis, os repito, esta dimensión
tan densa en que vivís. De aquí también que os apliquéis lo que dije del tributo al César: Dad al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Al cuerpo lo que es del
cuerpo y al espíritu lo que es del espíritu. Esta apreciación de vuestro mundo
real os hará más bellos y más nobles a los ojos del Padre. Indiscutiblemente
que más libres, más justos y más amorosos como dice el Mensaje ‘Clave 9’ que os
ha hecho acercaros a mí. Mi deseo es que haya un solo Pastor y un solo rebaño.
Que así como el Padre y Yo somos uno; así también lo lleguéis a ser vosotros
conmigo y con el Padre, y para este mismo fin os he servido Yo de puente entre
vuestra caída y la gloria que el Padre os tiene preparada.
-¿Maestro, y por qué la muerte? ¿Por qué no nos
ha hecho el Padre de otra contextura o manera? ¿Por qué no pasamos a la otra
vida, si así lo dispuso el Padre sin tener que morir? ¿Por qué la muerte tiene
que ser el fin de esta vida y no se perpetúa ésta aquí, o por qué su enlace con
el más allá no se hace sin perder la vida?
-En primer lugar, el Padre es perfecto, único,
omnipotente, la sabiduría en sí, y no es que únicamente tiene la vida en sí,
sino que es la vida toda en sí. El Padre sabe lo que ha hecho, cómo lo ha hecho
y por qué lo ha hecho. Así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así me ha
dado a mí tener también la vida en mí mismo. Vosotros, hermanos, habéis
recibido la vida también del Padre, y como tal vida no necesita de más nada. Os
ha hecho el Padre así y no de otra forma o condición. Recordad ante todo lo que
dice el Apóstol Pablo: Vivimos, nos movemos y existimos en Dios. Sois linaje de
Dios. No sois entes separados de Dios. Fuera de Dios, que es EL PODER, ni
siquiera la nada es concebible. En tal sentido sois el mismo aliento de Dios. Y
como tal aliento no podéis perecer. Sois vida en Dios. Vosotros, si bien no
tenéis la vida en vosotros mismos, como a mí, Hijo Unigénito, me la ha dado el
Padre, y somos uno en el otro, sí tenéis vida, y por siempre viviréis, así como
siempre habéis vivido y permanecido vivos en la voluntad del Padre. Un día, uno
de los siete días de la creación, al Padre le plugo sacaros a manifestación. Y
aquí estáis en esta modalidad del ser; antes estuvisteis en otra modalidad y
próximamente entraréis a otra modalidad. El devenir no se detiene. El devenir
es la Gran Ley del ser y del Ser Supremo, el Padre. Mal conceptuáis, pues, la
muerte. La muerte como tal no es sino un hito en el proceso de la vida que
encierra el devenir. Un primer día ese hito abrió paso en la voluntad del Padre y se dio vuestra
manifestación en muchas formas e hitos anteriores a lo que sois ahora. Tarde o
temprano habrá un nuevo hito, como el que ocurre en la semilla que da paso al
nacimiento de una planta, por ejemplo. La muerte como la concebís no es sino
una apreciación muy pobre de vuestra mente. Sólo veis lo sensible, la esencia
de esa muerte, que así llamáis, es vida en transformación. Y aunque veáis un
ser portador de vida arder y convertirse en cenizas, eso no es la muerte. Ahí
ha habido un hito, una trasformación, el paso de un estado del ser a otro
estado. Lo que ya es no puede dejar de ser. De aquí tal vez lo que dicen
vuestros científicos de que la energía ni se crea ni se destruye; sólo se
transforma, porque una vez que por voluntad del Padre se dio la manifestación,
sólo hay transformación, hitos y más hitos, y modalidades y más modalidades. Ya
veis cómo una sustancia adecuada a vuestra supervivencia, el pan por ejemplo,
se convierte en vuestra propia vida. Así que la muerte como decís no es sino un
hito que llega a vuestra conciencia como un fin, el puente para un nuevo
principio.
-¿Pero, Maestro, y eso del más allá? ¿Existe el
más allá, cuando nadie lo puede comprobar?
-El libro de la Sabiduría os puede ayudar un
poco a salir de vuestras dudas. En él hallaréis
que Dios creó al hombre para la inmortalidad y le hizo a imagen de su
naturaleza. Y la Naturaleza del Padre es la vida en sí mismo, y si a vosotros
os hizo a imagen de El, por ahí puede venir vuestra conclusión. Y si hay vida,
no hay muerte como vosotros la concebís. El citado libro dice que Dios no hizo
la muerte y que hizo saludables, llenas de vida, a todas sus criaturas, y dice
que la justicia no está sometida a la muerte, más bien los justos son llamados
hijos de Dios y tendrán vida eterna. La muerte tiene aquí connotación de
pecado. Y ya os he dicho que los obradores del mal no son justos, y si no son
justos no tienen la vida a plenitud, no son llamados hijos de Dios, sino hijos
del diablo: hijos de las tinieblas, que se hacen reos de la mano izquierda, de
un tener que purgar los errores cometidos conscientemente. De manera que cada
cual purga, si le llegó la hora de salir de esta dimensión, conforme a su
estado de más luz, de menos luz, o de tinieblas. O sea, según el estado de
pureza en que a tal hora se encontrare. Y la luz no es compatible con las
tinieblas. Y necesariamente hay que salir de una dimensión para pasar a otra;
el antes o el después sólo el Padre lo sabe. Aquí, a esta dimensión entrasteis
a través de múltiples procesos de hitos. Recordad que la muerte física viene a
ser un hito, un puente entre lo antes y lo después. Pero la vida no se detiene.
Es fluido, es energía que está inscrita en el devenir. Ese pertenecer al
devenir os coloca en el proceso, en el hito y en el nuevo estadio, que, después
de eso que repugnáis como la muerte, os aguarda inevitable e inexorablemente.
Ese nuevo estadio y muchos otros estadios más que se corresponden con la
perfección a alcanzar, es el más allá. Y
el aquí y el allá están separados por el hito de la muerte. Y si todavía tenéis
dudas, clamad al Padre que El os responderá y os hará conocer cosas grandes y
ocultas que vosotros no conocéis.
-¿Maestro, y si es verdad que tú volverás a la
Tierra?
En primer lugar: Yo no os he dejado solos. Os
he enviado de lo mío, el Espíritu Santo, para que en mi ausencia temporal, a
todos cuantos estéis en esta dimensión, os acompañe en luz y os ayude, por
vuestra fe, a saber qué decir y qué hacer en todo momento. Invocadlo y
recibiréis santa respuesta. Y cuanto pidieres al Padre en mi nombre o me
pidiereis a mí se os concederá. En segundo lugar: Sí he de volver en nubes de
gloria rodeado de mis ángeles. Ese será el día último, cuando Yo entregue el
reino al Padre, después de haber quedado vencida la muerte, que es el último
enemigo. Ese día todos conocerán de Dios, pues escrito está: No tendrán los
hombres que predicarse unos a otros a Dios. Es entonces cuando entregaré mi
misión de salvación al Padre. Y habrá una Nueva Jerusalén Celestial. Habrá una
resurrección de los muertos. Y éstos verán revestidos de gloria sus cuerpos. Y
habrá cuerpos más gloriosos, y menos gloriosos, y los justos brillarán como
estrellas en el cielo. Cada cual conforme al estado de perfección que haya
conseguido en esta dimensión. Y entonces también se abrirá un nuevo ciclo
vital. Pero os adelanto que ese día, irresistible para los obradores de
iniquidad, puede llegar sin aviso previo; por eso os he dicho que estéis
atentos y que vigiléis, porque no sabéis cuándo llega vuestro Señor. Mi venida,
pues, será de esperanzas para unos, de terror para otros. Por sí mismos los
obradores del mal caerán a mi izquierda. Sorprendido quedarán muchos de ellos
que decían Señor, Señor, pero no hacían
conforme a los preceptos. Y sabrán cómo alabar a su Señor cuando Yo les
diga:¡Venid, benditos de mi Padre! Y muchos de éstos dirán: ¿Pero, Señor,
cuándo te vimos, cuándo estuvimos en cumplimiento de tus mandatos, que son
leyes inexorables? Y Yo les contestaré: Cuando tuve hambre y me disteis de
comer; cuando tuve sed y me disteis de beber… Cuando tuve una necesidad y me
socorristeis… Pues que cuanto hicisteis a vuestro prójimo en bien, a mí me lo
hicisteis. Y es por esto que los obradores de iniquidad no podrán reclamar,
sino quedarse en su respectivo estadio; unos más, otros menos, con su crujir de
dientes. Y así esperarán que se les cumpla ese ciclo eterno hasta que en la
justicia del Padre hayan purgado, hayan logrado la armonización que perdieron
por sus apegos y maldades. Terrible, pues, será mi venida, y el relámpago es
tardío en relación a mi presencia. Es Ley. Y no faltará un tilde a la Ley.
-Maestro, no es nuestro propósito tentarte como
los fariseos, pero estamos desconcertados respecto al divorcio. ¿Qué hacemos,
Maestro?
-Os tomo en vuestra buena fe. Pero Yo digo y
hago lo que oigo del Padre. Y el Padre no quiere nada malo para sus hijos. Al
principio todo fue bueno. Lo malo comenzó cuando el hombre perdió su inocencia.
Y Yo vine a rescatarlo de su caída y a salvarlo. Recordad que el Padre dijo que
el hombre dejaría a su Padre y a su madre y estaría unido a su mujer, y que
serían los dos una sola carne. Es la manera cómo Dios instituyó el matrimonio como garantía de perpetuar su
especie preferida hecha a imagen y
semejanza de El. Yo os he dicho que no he venido a abrogar la Ley ni los
Profetas, sino a perfeccionar todo esto, y en consecuencia he hecho mi
pronunciamiento, a sabiendas de que es bueno para la especie humana que lo que
Dios ha unido no lo separa el hombre. Sólo puedo decir que el que quiera venir
en pos de mí tome su cruz y sígame. De manera
que si para alguno o muchos el matrimonio es una cruz, que no quieren
compartirla con la mía, el Padre os ha hecho libres y os ha dicho que obréis
bien, vosotros y vuestra descendencia gozaréis hasta mil generaciones; si
obráis mal, sufriréis con vuestra descendencia sólo hasta tres o cuatro
generaciones. Y ni el Padre ni Yo tocaremos vuestra libertad, que es la
garantía para que alcancéis la perfección. Allá de los adúlteros, de los que
repudian y de los que se valen del divorcio para sus fines inmediatos. Así como
hay eunucos por amor al reino de los cielos, haya también eunucos de digno
matrimonio por amor a ese mismo reino de os cielos. Si pedís al Padre o me
pedís a mí, vuestra carga matrimonial será más llevadera y de gozo espiritual.
-Maestro, es que hay casos insoportables.
-En tanto que los designios del Padre son
inescrutables, Yo he dicho que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.
Sirva la unión conyugal para que ambas partes se santifiquen. Y si algo hay
imposible para el hombre, para Dios es posible. Lo que es justo, es justo y el
Padre en su Divina Justicia santificó al hombre y a la mujer, vio que era bueno
y les dio no sólo corazón para amar, sino entendimiento y voluntad para que
llevaran a feliz realización su escogencia en pareja y pudieran afinar sus
caracteres y dominar sus circunstancias. Y no olvidéis que lo que se ata aquí
abajo, atado queda Arriba; y lo que se desata aquí abajo, desatado queda
Arriba. La última palabra está en la Justicia Divina. El hombre piensa más que
nada en las cosas de este mundo. Si le salen bien, lo toma con gozo. Si le
salen mal, se angustia, se desespera y recurre incluso a violencia. Por esto
también he dicho que mi reino no es de
este mundo, ni he venido a reforzar las cosas de este mundo, sino a abriros el
camino hacia la patria celestial que inevitable e inexorablemente os aguarda. Y
más vale cortarse la mano del escándalo
que el crujir de diente allá.
-¿Maestro, y por qué en otras doctrinas y
religiones hay menos restricciones que en tu Mensaje?
-Lo mío no es una doctrina, ni una religión, ni
una ideología para fáciles y cómodos. Lo mío ya os he dicho: que más vale ser
frío o caliente que tibio. El que me siga no andará en tinieblas, sino en luz. Y como luz habéis
de lucir ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen
a vuestro Padre, que está en los cielos. No son mis palabras paños de agua
tibia. Yo he venido a bautizaros no sólo en agua, sino en fuego, en guerra
santa. La guerra de cada alma contra las atracciones de este mundo. Y este
mundo no es malo, porque el Padre lo hizo y lo vio que era bueno, y de El /del
Padre/ no puede salir cosa mala. Son vuestras desarmonías lo malo, lo que se
aparta de la senda verdadera. Malo es, pues, todo lo que os desarmoniza con
vosotros mismos, con vuestros semejantes y con todo lo demás. ¿Puede ser bueno
la desarmonía, por ejemplo, de una pareja consigo mismos e incluso con su
prole? Estas son las cosas que salen del corazón y que afean la obra del Padre.
Por eso también os dije que malo no es lo que entra por la boca, si son cosas
de la naturaleza dadas por el Padre para vuestro alimento; malo, os repito, son
las abominaciones que salen del corazón. Y el Padre, recordad, os dijo: Someted
la Tierra y dominad sobre las demás criaturas. De manera que dar satisfacción a
vuestras necesidades en orden de supervivencia no es malo. Malo es el abuso que
podáis hacer con esas criaturas.
Así que sabed: El que practicare y enseñare,
éste será grande en el reino de los cielos. Y se glorifica de verdad al Padre
dando muchos frutos de bien. ¡Dichosos aquéllos que colaboran conmigo en la
regeneración de lo humano! Ellos se sentarán conmigo a juzgar las doce tribus
de Israel. Pero a todo el que busca lo fácil, aun lo poco que tenga se le quitará. Y al que atesora las
cosas del reino de los cielos, cuanto más tenga, más se le dará.
-¿Maestro, quién podrá salvarse, según Tú nos
dice?
-Ya sabéis por las escrituras cómo el Padre es
pronto en misericordia y tardo en la ira. Y Yo os he dicho que lo que es
imposible para el hombre, es posible para Dios. Una cosa es que el Padre sea
misericordioso y otra que en su misericordia haya injusticia. El da a cada cual
conforme a los dones que hayan multiplicado. Al que más, más; al que menos,
menos. El amor, la misericordia y la justicia en el Padre son una misma cosa
con El. Que vosotros no podáis entender esto, ya sabéis que uno es el
pensamiento de los hombres y otro el de Dios. Vosotros buscando siempre el lado
acomodaticio creéis que el Padre se
inclina, igual que vosotros, fácilmente hacia un lado de la balanza, y buscáis
argumentos sobre argumentos. En la mente del Padre estas cosas no cuentan. Ya
os dije que a cada uno le está reservada una morada, para que desde esta
dimensión la vaya hermoseando, y así tendréis allá más dicha y felicidad. El
que crea vivir de su desidia, de su inoperancia, de su intrascendencia, e
incluso de su maldad, le sucederá como a aquel que, mientras otros se esfuerzan
y se esmeran por preparar y condicionar sus viviendas y así gozarlas
posteriormente, él no sólo no puso de su parte para acomodar en algo su
vivienda, sino que, convirtiéndola en cueva de malhechores, la destrozó.
Después vinieron tiempos inclementes de frío, de calor, de lluvias, ya ese tal
que nada hizo por su casa, no le quedó más remedio que el crujir de dientes.
¿Puede culpar siquiera a su libertad de
no haber hecho algo a favor de sí mismo, cuando precisamente su libertad es la
condición indispensable para actuar a favor de él mismo, aunque pueda, si
quiere, hacer lo contrario? Vendrá el arrepentimiento, cuando ya sea demasiado
tarde. Y si quiere mejorar su vivienda, tendrá que esperar una nueva
oportunidad, un nuevo ciclo vital. Y aun así, habrá quedado atrasado en su
obra, pues mientras otros están pensando en agrandar sus nuevas mansiones de
perfección, él tendrá que resignarse a su tiempo perdido y a sus nuevas
dificultades. Y esto lo llevará necesariamente al crujir de dientes. De manera
que tiene lo que quiso tener. ¡Qué triste tener que comenzar de nuevo, pero con
el agravante de que aquí le era más
fácil, por pagársele en moneda tiempo; allí la moneda es más dura: eterna. Y
aún en esta dimensión el para siempre suele tener su final. Allí ese para siempre es algo que desde aquí no
podéis entender, no está sometido al reloj tiempo como acostumbráis a medir las cosas. Allí, ya os he dicho, que
ni el fuego se apaga ni el gusano se consume. La medida no es el tiempo, sino
la Justicia Divina. No hay marcha atrás. El devenir, quiéralo el hombre o no lo
quiera, no se detiene. Lo triste es tener que ir detrás en vez de en primera.
¡Cómo sufren las almas ante ese fuego que no se apaga ni ese gusano que no se
consume! A eso es que se llama fuego eterno. Se ha de apagar, pero allí no se
puede preguntar ¿cuándo? Allí sólo la Justicia Divina lo sabe. Así es. Y en
este proceso está la perfección. Hay que liberar etapas. De una a otra no vale
infiltrarse. Se es en la medida en que se va avanzando. Y hasta que no están
dadas las condiciones de armonía no se pasa de un estadio a otro, ni de una
dimensión a otra.
-¿Maestro, nosotros podemos ver desde aquí la
otra dimensión o pasar a ella teniendo aún nuestros cuerpos? ¿Y cómo es eso de
los seres de otra dimensión que nos han visitado?
-Tened presente lo que está dicho por vuestros
hombres de ciencia: que todo vibra y que esta vibración se da en frecuencias,
alta, media, baja… De manera que alguien puede llegar a un estado vibratorio de
frecuencia tal que, lo que otros no pueden ver, ese alguien lo puede ver según
su nivel de frecuencia. El Todo no es
como muchos de vosotros acostumbráis a definir. Por ejemplo, respecto al
universo, como el Todo. No, el universo no es sino un granito de arena de la
playa del Gran Todo Coexistencial: El Uno, el Todo, todo lo creado. O como
decís en ‘Clave 9’: la ‘manifestación de El Poder en sus fuerzas’ /en ‘Clave 9’
Dios es El Poder en sí, y fuera de El Poder ni siquiera la nada es concebible/.
Así es que en esta relación de ideas o conceptos tenéis necesidad de redimensionar muchas cosas. Y en este
mismo orden de redimensión está la ‘Conciencia Cósmica’ como lente nuevo, y de
renovación mental como indica el Apóstol Pablo. Y entonces veréis también que entre el aquí y el allá no hay
sino estados vibracionales de los seres con sus
respectivas frecuencias. Por eso
es también que el Apóstol Pablo decía: Vivimos, nos movemos y existimos en
Dios. Y es así cómo seres de esta dimensión pueden ver cosas del más allá, y
seres del mas allá pueden incluso venir a esto que decís el más acá. Sólo que
los seres de esta dimensión tienen un
estado vibracional muy denso y les cuesta abrir brechas hacia niveles
superiores. Los seres de Arriba, que así se suelen llamar, pues Yo mismo he
dicho que Yo soy de Arriba, vosotros de abajo, también tienen más facilidad
para acercase a esta dimensión y de alguna forma poderla atravesar, como es el
caso de los ángeles y arcángeles que conocéis por las escrituras, y de los Maestros
del Universo de que os habla el Mensaje ‘Clave 9’. Y está escrito algo
sobre esto en las escrituras, cuando
seres de otra dimensión dan testimonio de su venida y dicen que ellos no vienen
por voluntad propia, sino por voluntad del Padre. Los seres de allá no tienen
necesidad de bajar. Los seres de abajo sí tienen necesidad de subir. El Padre y
Yo no tenemos necesidad de bajar, ni de subir. Somos la esencia y existencia
del Todo. Y si Yo he bajado, ha sido porque tanto amó mi Padre al mundo que me
envió a mí, siendo Yo el amor del Padre, a salvar el mundo.
-¿Maestro, pero cómo vamos al cielo si nuestro
cuerpo al morir se queda aquí hecho polvo? ¿Y allá, Maestro, cómo es que
volvemos a tomar conciencia de lo que somos?
-Hermanos míos, el Padre os ha hecho a imagen y
semejanza de El, lo cual no quiere decir igual, ni mucho menos idénticos. El
Padre es el Creador, vosotros las criaturas. Pero como criaturas sois parte de
su ser, sin que por ello podáis separaros de El. Vuestra existencia depende del
Padre, no el Padre de vuestra existencia, pues El es el que ha querido que
seáis así, y no vosotros que El sea como vosotros lo queréis. Como su imagen
que sois, os ha dado algo que os hace precisamente su imagen: vida, libertad,
pensamiento, voluntad, alma… El es el Uno y el Todo en esencia y en existencia.
Vosotros sois una manifestación de la voluntad divina. Jamás algo separado del
Padre. Recordad lo del Apóstol Pablo: Vivimos, nos movemos y existimos en Dios.
Y esa alma de la cual hablamos es una energía, que, como manifestación de la
voluntad divina, es y no puede dejar de ser. Aquí, en vuestra dimensión, se os
ha dado un cuerpo consustanciado a ella, para que le sirva y la acompañe en
existencia terrenal y, posteriormente, cuando llegue el día de la reversibilidad
cósmica o el día de un juicio inesperado, después de lo que decís muerte, por
Ley de lo Semejante, aunque el cuerpo esté
reducido a polvo, se volverán a unir cuerpo y alma; por supuesto que en
otra modalidad de vuestro ser. ¿Os extraña esto? Ved, simplemente, cómo en la
Tierra la unión de oxígeno e hidrógeno componen el agua, y cómo lo que en un
momento es un líquido, por circunstancias ambientales, que le sirven de hito,
adquiere la modalidad de sólido o de gaseoso. Alma y cuerpo se unirán. Pero el
juicio recae directamente sobre el alma, pues aunque la materia portaba en sí
la potencialidad que habría de dar paso al alma, ésta, como dicen vuestros
teóricos, es el piloto de esa nave, que es el cuerpo. Una vez unidos de nuevo,
cuerpo más glorioso o menos glorioso y alma, seguirán su derrotero en el
devenir del proceso de la perfección. Entonces habrá también hitos y más
hitos: Sed perfectos como el Padre
Celestial es perfecto. Nunca sin embargo, se identificarán con el Padre. Para
eso os pongo un ejemplo con la circunferencia. Imaginad que vosotros sois el
radio de la circunferencia. Y ya sabéis que de la longitud del radio depende la
amplitud de la circunferencia. El Padre viene, en comparación de que entendáis,
a ser la circunferencia, siempre infinita. De manera que cuanto más subáis
hacia El en radio mental y espiritual, más grande se os hará el Padre, hasta lo
inaccesible, pero vuestra perfección y vuestro gozo también serán más grandes.
Sólo el Hijo es una sola cosa con el Padre en la unión del Espíritu Santo. Lo
vuestro es devenir… Hitos de gloria y más gloria, porque nunca podréis abarcar
la circunferencia de la dicha eterna.
-Maestro, el sufrimiento, ¿por qué el
sufrimiento?
-Yo he estado con vosotros y sé del dolor y del sufrimiento, y he derramado
lágrimas y he sudado sangre por causa de vuestros pecados, de vuestras
infidelidades, de vuestras, maldades, pues que por vuestro amor dejé la gloria
que tenía junto al Padre para salvaros y abriros las puertas del cielo y tuve
que soportar el dolor y embriagar mi alma de sufrimiento y estar asociado con
el estado vibratorio de vuestra condición humana. El sufrimiento no obedece a
castigo de Dios. Dios, el Padre, no castiga. El ha establecido leyes precisas
que rigen todas las cosas. ¿Acaso el Padre os va a hacer sufrir, cuando en
realidad sois fruto de su amor y de su predilección? ¿No valéis mucho más que los lirios? Los lirios aunque
reflejen en su hermosura la magnificencia de su Creador, no valen tanto como
vosotros. Sois imagen de Dios, y como tales os ha diferenciado de las demás
criaturas dándoos no sólo los sentidos, sino algo especial: entendimiento,
conciencia voluntad, libertad, para que podáis conseguir vuestro fin, la vida
eterna. Y todas estas cosas no están aisladas, conforman un todo: un yo que se
conjuga en el devenir de vuestro ser. Es más, si por esas y otras facultades os
hacéis conscientes del dolor, del sufrimiento, no penséis tampoco en el azar,
pues vuestra existencia no es un azar, sino un plan perfecto trazado por el Padre.
Y concretamente en cuanto al sufrimiento os digo que el Padre ha establecido
una ley muy singular que regula todo el proceso del devenir: La Ley de la
Voracidad Cósmica. Nada se le escapa a esta ley. De aquí que toda clase de
desarmonía es propensión o causa de sufrimiento, sea en el plano físico,
psíquico o espiritual. Eliminada la desarmonía desaparece el sufrimiento. Aun
la muerte está sometida a esta ley. Y ya os he dicho que la muerte no es sino
el hito que se da dentro del devenir y que marca el puente o paso entre un
estadio y otro de cuanto existe. Y es por el hito que sois ahora en esta
modalidad de vuestro ser. Y para ser lo que sois ahora habéis tenido que atravesar por muchos hitos, muchas
muertes, muchos puentes entre un estadio y otro estadio. Entre un estadio
anterior y un estadio posterior en la cadena del devenir. Cadena cuyos
eslabones son eso: hitos. Y cada hito representa al mismo tiempo un parto y
nuevo engendro. Veis, por ejemplo, cómo la semilla tiene que pudrirse para dar
paso a un nuevo ser. El paso entre la semilla y la planta es el hito. Tanto la
semilla como la planta sufren. Así ha establecido el Padre el proceso del
devenir. Y no puede ser malo ese hito, cuando el mismo Padre vio que era bueno.
Y así tenéis que no puede ser la muerte
mala como la concebís, ya que después de ese hito de la semilla surge la
esbelta flor, y así en el resto de las criaturas que se dan por reproducción. Y
aun el resto de elementos de la naturaleza están sometidos al hito del devenir; a su modo hay muerte en
ellos. Entonces, la muerte no es mala.
La muerte es el puente entre esta vida y la otra. El ser no puede morir.
Renace y renace. Aquí moriréis, pero renaceréis allá. Aquí sois un eslabón de
esa cadena de vuestro ser con vuestro respectivo hito. Allá seréis otros
eslabones de esa misma cadena como lo sois aquí, pero los hitos no serán como
aquí, sino también en otra modalidad conforme a la perfección que vayáis
alcanzando. Y os repito que el hito del sufrimiento os fortifica. Más bien el
placer en esta dimensión debilita. Pues las almas fuertes soléis decir que se
fortifican sobre el yunque del sufrimiento.
-Pero, Maestro, aunque se diga que esta
apreciación es cierta, el sufrimiento nos desarmoniza de tal forma que ni
individual ni socialmente velemos nada.
Hasta nos consume.
-Solamente el Padre sabe por qué ha hecho la
naturaleza así. El Padre vio que todo era bueno, y, en realidad, que las cosas
no hayan sido hechas como vosotros las quisierais, así son, y en cuanto tales
son perfectas en sí y buenas en sí. Que el movimiento de las cosas y sus
cambios lleven inscritos en ellas los hitos, tampoco es malo. Indiscutiblemente que si el Padre ha dado
implícito en el hito el sufrimiento, en la Justicia Divina habrá necesaria-
mente compensación. Las Leyes preestablecidas
por el Padre no faltan. En ‘Clave 9’ se os dice que el terrícola no es
nacido para sufrir, sino para formar parte de la armonía universal. Y se os
aconseja que busquéis alivio. Si el alivio no viene, Yo os he dado el ejemplo
en medio del sufrimiento: Padre, mas no
se haga mi voluntad, sino la tuya. Y si os sobreviene el sufrimiento y no lo
podéis echar fuera de vosotros, pedid fortaleza al Padre o a mí, y aun en medio
del dolor más intenso os vendrán fuerzas para soportarlo. Vuestra actitud debe
ser transmutar esa dolencia o aflicción en oblación al Padre, no porque el
Padre necesite sacrificios, El, repito,
no necesita sacrificios, sino para que esa oblación os sirva de
purificación y no perdáis el tiempo en
puros quejidos. La Gran Ley de la Voracidad, no olvidéis, a través del
sufrimiento os está ayudando a la purificación y a la perfección, si en ello ponéis de por medio la voluntad divina. Y hasta os
facilita la entrada a la otra dimensión, que es la meta, la inmortalidad, para
la cual habéis sido creados y formados como especie predilecta e imagen de
Dios.
-¿Entonces, Maestro, nos tenemos que quedar con
el sufrimiento?
-Si os eleváis a la ‘Conciencia Cósmica’ de la
cual os habla Manuel, de seguro que habréis
redimensionado también el concepto del sufrimiento y de la muerte. Y no
olvidéis que todo el que venga a esta dimensión en que os desenvolvéis estará sometido al hito o puente entre un
estadio y otro estadio, un estado y otro estado. Lo interesante es que aceptéis
la voluntad del Padre, y todo os irá mejor. Yo, en voluntad Padre, tuve que
pasar por el hito del dolor, del sufrimiento y de la muerte. Estos hitos los
tenía que atravesar para pasar de la muerte a la vida. Y esto no lo hice porque
no tenía más remedio, como vosotros que
estáis inmersos en el devenir de los hitos. Yo estaba en gloria del Padre. Pero
la voluntad del Padre era, en su infinito amor y misericordia, y Yo lo dejé
todo por esa Voluntad y ese Amor y Misericordia
del Padre. Y como todo lo del Padre es mío, también la voluntad, el amor y la
misericordia del Padre son cosas mías, y por eso vine. Y en el hito de mi dolor,
de mi sufrimiento y de mi muerte, ha sido santificado vuestro sufrimiento. Por
eso también os dije que el que siga no andará en tinieblas y comprenderá que el sufrimiento es condición de esta
vuestra naturaleza. Todo cuanto se mueve sufre, pasa por un hito. Sólo el que
aprenda a oír el silencio en medio del murmullo estará en capacidad de
comprender esto que os digo.
-¿Maestro, por qué entre nosotros hay unos que
sufren más que otros? Se sufre, Maestro, no sólo por dolor o enfermedad, sino
de injusticias, de hambre, y de tantas maldades que crea nuestra especie.
-Cuando un alma piadosa derramó sobre mí el más
exquisito perfume, Yo dije: Dejad que esa alma derrame el perfume sobre mí, a
mí no me tendréis siempre. Y vosotros insistíais en que era mejor venderlo y
dar el dinero a los pobres. Yo os repliqué: Pobres tendréis siempre entre vosotros.
Pobres de toda índole: quienes, teniendo riquezas, son miserables, y más pobres
que los que tienen que mendigar; quienes, teniendo talentos, los utilizan para
la maldad, para la iniquidad; quienes, teniendo poder, abusan de él y cometen
excesos y crueldad y de usurpación de bienes y derechos que corresponden a
otros hermanos; quienes careciendo de todo, se resignan a vivir de la
misericordia… Y vosotros podéis añadir otra lista de pobres. De manera que si
me preguntarais cuál de estos pobres sufre más, yo os diría que todos sufren a
su modo, porque los que son pobres, porque tienen su espíritu pobre, no lo han
cultivado, pasan por hitos de sufrimiento a su modo: unos de una manera y otros
de otra, porque es más grande la pobreza
o miseria de sus almas que la pobreza de
los que carecen de bienes materiales. Y hablándoos más en concreto: No se cae
un cabello de vuestra cabeza sin la voluntad del Padre. Y en la voluntad del
Padre suelen caerse muchos cabellos. Hay, pues, enfermos y otras calamidades. Pero
el Padre permite esto para que se manifieste su gloria. Como cuando hace el
Padre un milagro directamente o a través de sus santos. El milagro no es
necesario. Todo sigue su curso. Pero el
Padre lo permite, para bien de vuestra fe y de vuestras almas. Lo que el
Padre no tolera es que el hombre rebase la copa. Si esto sucede, las leyes no
se dejan esperar, y llega como el día final para muchos. Los justos no tendrán
que temer. Los impíos tendrán crujir de dientes.
-¿Maestro, pero quién no se mueve a piedad
cuando vemos a un niño, que es inocente,
sumido en el dolor? ¿Qué sentido tiene aquí el sufrir de un alma inocente?
-Los astros emiten su luz. Vibran. Andan de
hito en hito. Las flores se marchitan… Si hablasen estos seres, preguntarían
como vosotros respecto al sufrimiento del niño. Ya os he dicho la causa del
sufrimiento: el hito. El niño sufre por algo: una enfermedad, un desgarro de
miembros, una rotura de hueso, una fiebre… Hitos que se producen en el
organismo, por ejemplo, cuando una
célula se ve interrumpida en sus funciones normales. Necesariamente, mientras
no se establezca un nuevo nexo entre las células, se da un hito, hay
sufrimiento. El hecho nada más de que haya una inflamación en cualquier
miembro, ya es suficiente para que se haga presente un hito y digamos que hay
dolor, que hay sufrimiento. Y, aunque en vuestra ciencia se pueda diferenciar
dolor de sufrimiento, por la carga psicológica que pueda darse en éste
/sufrimiento/, para los efectos, dolor y sufrimiento van acompañados en sí como
una misma cosa en el que padece, en el que se presenta un hito de carácter
físico. También el sufrimiento se registra como hito en la parte que llamáis
moral: pues así como hay males físicos, hay sufrimientos morales. Pero hay
sufrimientos peores que los físicos y que los morales: Los sufrimientos del
alma.
-¿Cómo es esto, Maestro?
-El alma no es una creación por separado del
cuerpo y que Dios los junta. No, el alma viene impresa en la potencialidad de
la materia, que haciéndose materia viva, alcanza diferentes niveles de vida que
hacen especies. Una de las especies vivas venía en predilección del Padre para
ser la especie-imagen de Dios: el hombre, varón y hembra. El alma, una vez que
las células germinales se funden, nace ipso facto, toma una entidad. Y la toma
en la potencialidad de la materia viva. El cuerpo crece, se desarrolla, cambia…
El alma no. El alma es esencia de este ser llamado hombre. Y el alma viene
adornada, como os he dicho, de voluntad, de pensamiento y de otras facultades,
para poder atravesar debidamente la densidad de vuestra dimensión. Como tal
entidad que es el alma, tiene reservada su mansión en la casa del Padre. Los
pensamientos, la voluntad, las demás facultades, y sobre todo la libertad de
decisión, son para que esta alma llegue a su meta. Y no es el cuerpo el
culpable, el responsable de los actos. El cuerpo es la nave para que ella se
mueva y logre sus cometidos. Si se apega a las cosas de abajo, se desarmoniza,
pues que los hitos que le corresponden a ella son de perfección. Está en descenso
en vez de ascenso. Ved cuando un alma
pura se dedica a las cosas que son de Ley y de Justicia y de Amor. Cómo
se manifiesta esa alma a nuestros ojos por su pureza y cómo sus obras van más
hacia Arriba que hacia abajo. Esa alma está de hito en hito de superación. El
que tenga ojos para ver, que vea. Ejemplos los tenéis a vuestro alcance. Es
más, lo que de puro hay en el alma, lo habrá de igual manera en el cuerpo, pues
las vibraciones del alma se armonizan como un todo con la capacidad vibratoria
del cuerpo. Pero cuando el alma se
desarmoniza, al salir del cuerpo por el hito muerte, tendrá que soportar dolor,
sufrimiento y crujir de dientes. Así hasta que en la Justicia Divina, y no en
medidas de tiempo, se hayan dado la compensación y la armonización respectivas.
-Maestro, hay otras cosas que podrías
aclararnos: El limbo, el purgatorio, el infierno, pues más o menos ya nos
hacemos una idea del cielo.
-Todo eso son términos de una misma realidad:
De la nueva modalidad del ser en otra dimensión, y estados que le corresponde a
las almas según su estado de pureza en que hayan entrado allá. Se atribuye el
limbo a un lugar para inocentes, almas que no llegaron a contaminarse con las
cosas de vuestro mundo. Mas no olvidéis que un recién engendrado, o un recién
nacido, o un pequeño, o un adulto por más avanzada que sea su edad, todos
tienen una misma entidad de hijos de Dios. No se miden por el tamaño, sino por
la pureza. Y la misma sabiduría tiene el alma de un niño que el alma de un
adulto. Su morada en la casa del Padre es para todos igual. Los inocentes no
están en minusvalía con relación a los adultos. A partir de aquel nuevo estado
de su ser, de esa nueva modalidad de su ser, es que se inicia la nueva carrera
del devenir, el nuevo ciclo de vida en dimensiones de luz. Ya la dimensión
terrenal y temporal quedó atrás, y la escritura dice que no hay retorno.
-Maestro, háblanos un poco más del sufrimiento
y del más allá, y por qué el Padre nos castigó en el paraíso.
-Hermanos míos: El lenguaje del Génesis es
figurado; no hay que tomarlo letra por letra. El Padre os hizo para la
eternidad, para que tengáis vida eterna, y no para que en carne y hueso
permanezcáis para siempre. Fuisteis vosotros los que perdisteis la inocencia y
escogisteis el camino del mal. Os he dicho que pretendisteis burlaros hasta de
vuestro mismo Hacedor. Quisisteis
taparlo con el dedo de vuestra astucia, como si hubierais querido tapar el sol
con un dedo. El grito de vuestra conciencia era como la voz del Padre que se
paseara al fresco del día por el jardín. El eco de vuestro engaño era lo que os
hablaba, y lo que os hacía rastreros como las serpientes. Y como las serpientes
son astutas, quisisteis imitarlas y echar a ellas vuestra desobediencia a la
Ley preestablecida, y que por esta Ley sabíais lo que era bueno y lo que era
malo. Os sentisteis desnudos, o sea: que habías perdido la vergüenza, y sobre
esto ya os he hablado cuando os tapasteis con hojas de higuera y comprendíais
que ya no os pertenecía el paraíso, que vuestra misma desobediencia a la Ley se
interponía como querubines que blandían espadas de fuego. Esto es, ya no erais
los mismos. A partir de ese momento ya vuestras plegarias y alabanzas no subían
al cielo. Comenzasteis a sentiros solos, y ya no transmutabais los azares de la
vida en la voluntad divina. El dolor estaba ahora como compañía. Se os hacía
fatigoso labrar la tierra y amasar el pan. Aquello había perdido su sentido. Ya
no era la tierra de antes, la tierra rociada por la inocencia y el amor
embriagador del hombre con la mujer. Comenzaron las sombras, las tinieblas, y
os acusabais unos a otros. Todo esto se convirtió en tragedia cada día más acentuada. Hasta que
la maldad se sobrepuso al bien, y ahí tenéis la imagen de Caín y Abel, hasta
que vuestra descendencia llegó al crimen del fratricidio, y así se ha ido
multiplicando este vuestro flagelo. Y no
es que el Padre tenía miedo de que erais peligrosos para adquirir la
inmortalidad y os hicierais como
el mismo Dios; no, sino que habíais rotos los moldes de la sabiduría y
querías vivir de vuestro conocimiento, pensando que con éste seríais
verdaderamente Dios o dioses. Caísteis en los abismos de los cuales no os habéis podido levantar todavía. Yo vine
a daros la mano, a salvaros de esa caída. Mas no por esa caída sois miserables pecadores. Os
repetiré cuantas veces sea necesario que valéis y merecéis mucho más. Y de esto
os ha dado prueba el Padre, que tanto amó al mundo, a vosotros, que me ha
enviado a mí. No olvidéis esto nunca: El Padre, pues, no os castigó; la muerte
física entró por vuestro pecado. Es la muerte del alma, el estado de mancha del
alma que devino de esa vuestra caída.
Pero os repito que el alma no morirá nunca, sino que su destino es la vida
eterna en gozo proporcional a su perfección.
-Maestro, ¿pero por qué, si todos vamos a ser
iguales delante del Padre, unos se van antes y otros después?
-Insisto en decir que el pensamiento de los
hombres no es lo mismo que pensamiento de Dios. Las escrituras os dicen que si
Dios se lleva a los justos y deja aquí los pecadores, es porque El lo que
quiere es que el pecador se arrepienta y viva. Por otro lado, el Padre en su
Justicia Divina ha establecido Leyes, como las que soléis llamar de Causa y
Efecto. Así, si un cuerpo, sea de inocente o de adulto, se enferma, tal
enfermedad puede tener sus causas; ejemplo: por un accidente, o por un virus,
que invade el cuerpo. En sí lo que sucede en Ley de Naturaleza no es malo, es
perfecto en sí, aunque sufran las consecuencias otros seres o uno de nosotros.
¿Acaso un virus que se aloje en un cuerpo comete mal en sí? El puede dañar otro
cuerpo, pero él se rige por Ley de Naturaleza, y esta Ley lo ampara para
que busque su anidar y coma, como
vosotros lo hacéis rigiéndoos por vuestras necesidades y por vuestros pensamientos.
Mas tened presente que en Justicia Divina a cada cual se le da lo suyo y a
nadie se la ha de quitar lo que en virtud de esa Justicia le corresponde.
-¿Pero, Maestro, y cuando muere una madre y
deja huérfanos a sus hijitos, dónde está la piedad Padre? ¿Acaso el Padre no
puede evitar esto?
Dos cosas debéis no perder de vista: Lo que os
he dicho sobre las Leyes, y que el milagro no es necesario, sino para que se
manifieste la gloria de Dios. El premio está una vez cruzada la meta; una
vez las almas del rico, del pobre, del
que sufrió mucho o del que sufrió poco lleguen a su destino. Esa es la meta
prefijada por el Padre. Y vuestra dimensión terrenal es de tránsito. Las Leyes
obran rígidamente. Lo que al Padre mueve es que obréis correctamente conforme a
las Leyes que a través de los Profetas han llegado a vosotros. Así irá quien,
como inocente, al limbo; quien, como alma que debe purgar algo, al purgatorio;
quien, como malvado y obrador de iniquidades y de toda suerte de injusticias,
al infierno, al crujir de dientes. Y algo que os señalan las escrituras: que
aun el justo será sometido a purga, porque allá no entra espíritu impuro. Y
tanto limbo, como purgatorio, como infierno no son sino estadios de justicia
que corresponderán a cada alma. Para Dios no hay acepción de personas.
-¿Maestro, cómo nos conceptúa el Padre: como
miserables pecadores? Así se nos ha
hecho sentir en religión.
-Una cosa es mi Mensaje y otra la religión. Mi
Mensaje, como salió de mis labios, por más que respeta la Ley, los Profetas y
los Templos, no os manda que andéis de ceremonia en ceremonia y de rito en
rito, ni mucho menos que dogmaticéis mis palabras. Yo dije: Pedro, cuida de mis
ovejas. A ti te nombro pastor de mi rebaño. Y mi rebaño son todos aquellos,
como decís en ‘Clave 9’, que libre, justa y amorosamente siguen mis palabras. Y
he dicho que el que recibe mis palabras y las cumple, ése conocerá la verdad, y
la verdad le hará libre. Este es mi gran Mensaje, no que os llenéis de
ceremonias, de ritos, de dogmas, y olvidéis lo que dice el Padre: Prefiero la
misericordia al sacrificio. Y, además, los adoradores que mi Padre busca son
aquellos que le adoren en espíritu y en verdad. Si vuestra religión cumple con
estos principios fundamentales, esa religión
os conduce por camino recto. Hay quienes todavía no están preparados
para adorar al Padre en espíritu y en verdad, y se refugian en religiones, que
son como túneles o refugios para esas almas. Mas procurad que no os confundan con esto de que
sois miserables pecadores. Si así fuera,
ni el Padre ni Yo nos hubiésemos movido a salvaros con todo el amor y
misericordia de un Dios Todo Poderoso, Sabio y Misericordioso. Pensad en esto
nada más, veréis cómo cambian vuestros
conceptos. Os dije que por más hermosos que fueran los lirios del campo,
vosotros sois más hermosos todavía a los ojos del Padre. Sois su imagen, y su
predilección en esta dimensión.
-¿Maestro, y por qué tenemos que arrepentirnos
para que nos perdone el Padre?
El arrepentimiento, hermanos míos, es algo ultradimensional. Es
una vibración tan fuerte del alma que el
mismo Padre la recibe en su esencia divina. Y a esto me refería cuando decía
que habrá más júbilo en el cielo por un pecador arrepentido que por cien
justos. El mismo Padre no permanece impasible ante esa reacción del alma.
Recordad lo del buen ladrón al lado de la cruz cuando me dijo: Jesús,
apiádate de mí cuando estés en el reino
de los cielos. ¿Y qué respondí Yo?: En verdad te digo que hoy estarás conmigo
en el paraíso. Y no porque Yo quisiera decírselo, sino porque su
arrepentimiento inundó los cielos y su clamor llegó al Padre. En ese mismo
momento todas las desarmonías de que era objeto el buen ladrón se borraron. El
se salvó a sí mismo. Es por todo esto que ordené a los depositarios de mi
Evangelio: Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto Yo
os he mandado. Y no olvidéis que mi bautizo no sólo es de agua, sino de fuego,
de ardor por lo Divino. Los depositarios de mis palabras sabrán que vosotros
valéis más que los lirios y que una
oveja. Y si ellos no se atienen a mi parábola del Buen Pastor, entonces será
para ellos la sentencia: Si la sal se desvirtúa, ¿con qué se salará? Vuestra misión es aprender, a través de mis
enviados, mis enseñanzas y ponerlas en práctica. Esto os hará hijos de la luz,
no de las tinieblas ni de un túnel de ceremonias, ritos y dogmas. No obstante,
como en Dios no hay acepción de personas, tened siempre presente que los hermanos
que transiten por túneles cualesquiera, o estén en otros abismos de tinieblas,
son vuestros hermanos, y a ellos, como así lo establece y lo quiere el Padre,
les brindéis amor. Entonces, en aquel inevitable e inexorable día Yo os diré: ¡Venid,
benditos de mi Padre!
-¿Maestro, y puede un hombre, uno de tus
enviados, perdonar nuestros pecados?
-El Padre y Yo somos una misma cosa. Yo tengo
poder sobre todo imperio. Y Yo he autorizado a mis enviados para que perdonen
los pecados. Ya os dije, cuando Yo sanaba enfermos, que cosas más grandes que
éstas las podíais hacer vosotros. Y entre esas cosas están: el perdonar los
pecados, y a quien se los retuviereis les serán retenidos, y también podéis
convertir el pan y el vino en mi cuerpo y en mi sangre. Y así como lo que
cualquier alma ate o desatare en la tierra, atado o desatado quedará en el
cielo por Ley de Correspondencia; así también a quien mis enviados perdonaren o
retuvieren sus pecados, de igual manera le serán perdonados o retenidos en el
cielo. ¿Quién es quién para oponerse a mi poder? Bien dice la escritura: ¿Quién
es quién para litigar con su Hacedor, siendo mero tiesto de barro? Sírvaos esta comparación para entender el
Poder del Hijo Unigénito. Si esta es vuestra fe, al tan sólo manifestar vuestro
arrepentimiento, mis enviados tienen poder para deciros: Tus pecados te son
perdonados. Y no olvidéis que por las razones que os he expuesto sobre el
arrepentimiento, habrá más júbilo en el cielo por un pecador arrepentido que por cien justos. Y no es para menos la
explosión de júbilo que en el paraíso produce el arrepentimiento.
-Maestro, siempre oímos hablar de las leyes. Y
Tú nos dices que todo se ha cumplir, que no faltará un ápice a la Ley. ¿Qué son las leyes?
-Si os digo algo nuevo, procurad entenderlo: En
mi Mensaje no hay palabras vacías. Todas se ajustan a Leyes, y son ellas mismas
leyes. Y nada ni nadie puede escapar a las Leyes, porque el Padre vio que todo
era bueno. Todo era perfecto en sí. Cada cosa es lo que es y ni es más ni
menos. Y en ese ser así de las cosas está la Ley, como cuando varios hombres
convienen en algo y hacen un pacto. En
ese mismo momento del pacto surge la ley. Y entonces el Todo y sus partes se
constituyen en vibraciones de armonía. Vibraciones que, al cambiar su propios
lineamientos rompen su unidad y, por ende, se ha roto también la Ley que regía
ese Todo, aunque fuera por convenimiento social. ¡Cuánto no más son las Leyes
que rigen las cosas de la Naturaleza! Y no digamos las del destino que rigen a las almas. Todo se acusa a sí
mismo y ante las demás cosas. Por eso también aquel día bendito para unos,
maldito para otros, es inexorable en sus consecuencias. Vuestra misma libertad
encierra en sí una Ley. Si cambiáis su ritmo de armonía hacia otros puntos de
desarmonía, esa misma inclinación al mal, que no hacia el bien, os acusa. Y,
repito, aquel día, las almas por sí mismas, antes de que Yo las nombre, se
ubicarán o a mi derecha o a mi izquierda. Vosotros llamáis a las Leyes con
diferentes denominaciones: de Causa y Efecto, de Ritmo, de Correspondencia… En
fin, cada una de ellas está intrínsecamente dentro de cada cosa y su misión es
regir todas las criaturas. Cuanto suceda dependerá de una de ellas. Otro
ejemplo sería el Todo se corresponde con sus partes y éstas con el Todo.
Cualquier movimiento de interna voluntad o de afuera hacia adentro que cambie
la armonía intrínseca y su dirección y destino, necesariamente trae en
acusación una Ley o varias de ellas. Entended también a Manuel cuando,
desde el punto de vista de ‘Clave 9’, al hablaros del ‘yo cósmico’, lo sitúa en
estadio primordial y preferencial, que muchos de vosotros confundís con un ‘yo
egoísta’. Manuel anuncia así el ‘yo cósmico’: Primero yo, luego yo y siempre
yo, pero en armonía conmigo mismo, con mis semejantes y con todo lo demás. O
sea, un yo íntegro en su conformación y en su meta, que es amamantarse más y más de la teta
cósmica de la Libertad, de la Justicia y del Amor. Un yo que se garantiza a sí mismo la primacía, porque en realidad lo
es como un todo armónico. Y como nunca el ‘yo cósmico’ está en el vacío
aisladamente, el Gran Todo vibra en cada una de sus partes. Es por eso que el
‘primero yo’ se puede conjugar a sí mismo libre, justa y amorosamente y,
entonces, en Ley de Correspondencia y de Armonía Universal y Trascendental,
sale de sí a realizarse con aquello y hacia aquello otro. Y ya no le basta
estar en armonía consigo mismo, sino que entra a armonizarse con sus semejantes
y con todo lo demás, hasta con la misma Divinidad. El, como dijera el poeta,
como ‘yo cósmico’ que es: se sabe a sí mismo que se pertenece al Gran Océano de
la Voracidad Cósmica que todo lo rige en el devenir; está firme y camina
armónicamente hacia la meta que el Padre le ha prefijado. Así soléis decir: Era de Ley. ¿Qué quiere decir esto? De
una semilla, por ejemplo, sale un árbol de buenos o malos frutos. El árbol como
criatura de Dios es bueno en sí. De ahí también mi dicho de que por los frutos
los conoceréis. Porque la Ley de adentro se inclinó hacia un lado u otro. Y
esto mismo sucede con el mal uso o buen uso de la libertad que haga el hombre.
Por sus frutos los conoceréis. Y, así como el árbol se acusa a sí mismo por sus
frutos, el hombre se acusa por sus obras, aunque sean de pensamiento, pues que
todo vibra y el fruto salta a la vista.
Así que cuando os he hablado del reino de los cielos que es como una semilla,
la más pequeña de las semillas, ahí tenéis también un ejemplo de que lo bueno o
lo malo del hombre sale de adentro. Y el hombre no podrá es capar a la Ley. En
el aspecto social las leyes tienen otra contextura de carácter externo. Son
normas establecidas por los hombres que no siempre son de derecho y de
justicia, sino de concepciones momentáneas o de orden ideológico. Nunca como
las Leyes preestablecidas por el Padre que rigen lo armónico en sí. Mas toda ley de los hombres que en
virtud del resguardo social se ajuste a derecho y a justicia puede ser también
de armonía y contribuir con los planes del Creador.
-Maestro, Tú nos has llamado ovejas de tu rebaño,
¿quiere esto decir que tenemos que ser
sumisos y pasivos?
-También os he dicho que valéis más que una
oveja y que así como el Buen Pastor conoce a sus ovejas, éstas conocen también
a su Pastor. Las ovejas tienen su buen sentido, y a veces mejor que muchos
humanos, que en ciertos casos son conducidos por malos pastores de la vida
social, y ni porque les den palos se aperciben de que están siendo objetos de
intereses y hasta de explotación. Teniendo dones especiales, de los cuales
carecen las ovejas, se dejan arrastrar. ¿No tenéis oídos para oír, ojos para
ver, entendimiento para entender, y voluntad para tomar decisiones conforme a
vuestro libre albedrío? Después os quejáis, y, en no pocas ocasiones del
acontecer político, os cambiáis de camisa. ¿Cómo, pues, os sentís afeados
porque Yo cariñosamente os he comparado con la mansedumbre de una oveja?
Enalteciendo lo que de noble ha puesto el Padre en las ovejas, ¿no reportan
ellas un beneficio para la sociedad, aun a costa de sus propias vidas, mientras
que no pocos humanos obran como parásitos? Y
ni comparando a tales humanos con los parásitos se podrían igualar a
éstos. Siempre quedarían por debajo, pues el parásito real cumple su función de
naturaleza; algunos hombres desvirtúan su condición humana y se rebajan a
niveles que difícilmente podrán superar.
Así, aunque digáis que el ejemplo que os puso Manuel sobre los marranos es un tanto grotesco, no
por ello deja de tener su significación. Recordad lo que él os dijo: El hombre,
a veces, se rebaja a niveles inferiores a los de los marranos, pues mientras
éstos hacen del fango su goce, el hombre hace de lo que podría ser su goce:
fango. Yo mismo os he dicho que no echéis perlas a los puercos.
-¿Maestro, por qué nos hablas tan duro?
-Mis ovejas entienden mi lenguaje. Sabed que
hay otras ovejas que no son de este redil, y tengo que gritarles fuerte, porque
el aullido de muchos lobos es ensordecedor. Y el Buen Pastor es el que cuida de sus ovejas,
y, cuando alguna se extravía, sale a buscarla. Y entre vosotros, hay muchas
ovejas descarriadas.
-Maestro, gracias. Grítanos cuantas veces
quieras. Haz que oigamos tu voz y te podamos seguir.
No os asustéis de mis gritos, mientras estéis
transitando por esta dimensión. Aquí todavía hay tiempo para el arrepentimiento
y para la rectificación. Allá mi grito será aterrador. Allá hay crujir de
dientes. Para evitaros este sufrimiento y enseñaros el camino que conduce al
cielo es que he venido Yo. Y no me importa gritar una y mil veces. Ya me habéis
oído en el desierto, en la montaña, en caminos y aldeas, en templos y estrados…
Y en mi entrada triunfal a Jerusalén, cuando os dije que el día que callasen
los hombres, gritarían las piedras. Yo sé del silencio también. Y el eco del
silencio a veces es irresistible para aquellos que se oyen a sí mismos y
enjuician a otros injustamente. Por eso es que Yo guardé silencio cuando la
perversidad de los magistrados me interrogaba.
Pero tuve que gritar también muy duro a los que ni entran por la Ley ni
dejan entrar por ella; y grité también a los que comerciaban en la Casa de
Oración. Y ya conocéis mi último grito:¡Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu!
-¿Maestro, quieres decir entonces que nosotros
también estamos autorizados a gritar?
El Mensaje ‘Clave 9’ os dice que no calléis
verdad ni digáis mentira. Recordad una vez más el ejemplo que os puse de que
una casa iluminada sobre la montaña no puede permanecer oculta. Eso sois
vosotros, mis seguidores: como sol radiante
que amanece sobre las montañas y esparce su luz. Y no olvidéis que el
Padre ha querido que el sol salga para todos. De aquí que para el Padre no hay
acepción de personas. Y me habéis visto
a mí daros el ejemplo: comiendo con justos y con pecadores, con ricos y con pobres,
con hombres y con mujeres y niños. ¿Cómo no podréis gritar vosotros igual que
vuestro Maestro?
-¿Maestro, y tan fatal fue nuestra caída que
todavía nos resuenan en pesadumbre aquellas palabras del paraíso: Por ti será
maldita la Tierra?
-Continuamente os estaré hablando de estas
cosas. Ahora un poco, después otro poco. Sabed que estáis en lo cierto. Mirad a
vuestro alrededor. ¿Qué veis? ¿Acaso un hombre elevado, o sumido en maldades,
en injusticias, en guerras, en perversiones de toda clase…? Ya os he invitado a
que colaboréis conmigo en la regeneración de lo humano, pues hasta tal punto ha
sido vuestra caída que más que caída es degeneración, degradación… La palabra
pecado queda demasiado pequeña. Así que no penséis que la maldición: ¡Maldita será la Tierra! es
venganza del Padre, sino de vuestra propia conciencia, cuya voz os acusa ante
el Padre. En vuestra conciencia estaba escrito que el día que comierais del
fruto prohibido, el día que cometieseis
abuso contra Ley, ese día morirías; o sea, perderíais virtud y gracia y
caerías al seol, que es la muerte del alma, aunque paradójicamente el alma no
muere, sino que padece el crujir de dientes. Entre vosotros los humanos hay
quienes piensan que porque cometen la maldad y no son castigados inmediatamente,
ya la cosa quedó en el olvido. No. Todo vibra. Y antes de que penséis, habléis
o hagáis algo, ya todo esto está registrado en la mente del padre. La Justicia
Divina no tiene prisas. Para Dios es lo mismo un día que mil años, que mil años
que un día. Y esto debéis grabarlo bien. Yo no me cansaré de repetiros una y
mil veces lo mismo. Pero nada quedará impune. Es Ley de Armonía de las fuerzas,
creaturas todas en el Poder, en el Padre, en Dios.
-¿Maestro, y de qué ha servido a los hombres tu
sufrimiento y tu amor, y el habernos enseñado el camino de la salvación? ¿Acaso
todo tu amor y tu sacrificio no ha quedado de igual manera en la inconsciencia
de los hombres? ¿No sigue nuestra especie quebrantando todo tipo de Leyes?
-Si os acabo de decir que todo vibra y que todo
está computado en la Justicia Divina, ¿cómo se os ocurre pensar que mi entrega
de salvación ha sido inútil? De por
sí ya son muchas las almas que han
encontrado el camino de salvación gracias a que Yo se lo he enseñado. Ved cómo
las aguas del río en sus diferentes canales topográficos unas corren
apresuradas a su meta, el mar, y otras se deslizan pausadamente, y esotras se
quedan estancadas. Pues así también de acuerdo a los canales vibracionales de
las almas, éstas correrán a diferentes
ritmos hacia su meta. ¡Ay, de aquellas que quedaren estancadas en sus maldades!
Tendrán crujir de dientes. Y YO en esto no puedo hacer nada. Todo depende del
libre albedrío, que es el motor que impulsa a la salvación. Allá quien sabiendo
lo que es bueno y lo que es malo, escoge lo malo.
-Maestro, tus palabras son sabias, pero
sentimos miedo por las cosas que suceden en el mundo. Ya este mundo no es como
aquel cuando Tú viniste a salvarnos. Se ha multiplicado y especificado la
maldad de los hombres. Sentimos de verdad miedo, mucho miedo. Ahora nos
amenazan varios flagelos: guerra nuclear, guerra química y bacteriológica;
terrorismo; tráfico de drogas, de armas, de sexo…, e injusticia de toda clase..
Hay hambre. Hay niños abandonados. El hampa está organizada…
-En verdad que muchos son los llamados y pocos
los escogidos. Muchos lo que maripo -sean de acá para allá a ver cómo chupan
algo del néctar que les ofrece el mundo. Pocos los que dan un paso adelante y
colaboran conmigo en la regeneración de lo humano. Entended bien mi Mensaje. Os
he mandado al mundo, para que me ayudéis en esa obra de regeneración. No os he
dicho que os escondáis del mundo; sino que, desponjándoos de las atracciones del mundo, me sigáis.
¿Cuántas veces os he dicho: El que tenga ojos, que vea; el que tenga oídos, que
oiga; el que tenga entendimiento, que entienda? ¿Cuántas veces me he tenido que
sentar con vosotros a explicaros de cerca las cosas que a otros se las decía en
parábolas? ¿Por qué sois tan propensos a entender y a seguir con la acción
aquellas cosas que os halagan o que son de vuestro interés material? Hasta las
cosas que son del reino de los cielos, y
otras que contradicen mis mandatos las habéis pervertido. ¿Quién os ha
ordenado que juzguéis y que sentenciéis impíamente, y hasta que matéis a vuestro prójimo? ¿Acaso
olvidáis que vuestro prójimo es también
linaje de Dios, vuestro Padre Celestial? ¿En qué habéis colaborado conmigo en la regeneración de lo humano, si a veces
lo que habéis hecho es acabar de destruir lo humano? Os repito que allá habrá
crujir de dientes.
-Maestro, la experiencia nos enseña que si no
destruimos a nuestro enemigo, éste nos destruirá a nosotros?
–Os he dicho que cuando os persigan en una
ciudad, huyáis a otra. Leyes inexorables se encargarán de esa ciudad. A
vosotros se os ha dado de manera muy especial el Mandamiento del Amor que
encierra en sí todos los demás Mandamientos. Yo mismo huía de una ciudad a
otra, y yo tenía poder para destruir imperios enteros. Hay Leyes Internas en
las mismas cosas que se manifestarán a su debido tiempo. No hay que violentar
la Naturaleza. Mas el que a hierro mata,
a hierro muere.
-Maestro, te hablamos de nuestras propias
realidades, sin que por ello pretendamos eludir responsabilidades. Pero sucede
que el enemigo descarga sobre nosotros sus maldades. Matan a nuestras esposas.
Matan a nuestros hijos. Matan a nuestros seres queridos. Pisotean nuestra dignidad. ¿Maestro, qué hacemos en estos casos y en los
de otros tipos de injusticias que nos acosan?
-El Padre sabe de lo que estáis necesitados. Si
tuvierais fe como un granito de mostaza, de seguro que antes de que las cosas
sucedieran, un ángel saldría a vuestro encuentro y os anunciaría la solución.
El que a hierro mata, a hierro muere. Entre dos males, buscad siempre el mejor,
que ya el ángel os ayudará. Si la violencia engendra violencia, los violentos
tendrán su crujir de dientes. Es Ley Inexorable. Lo que vosotros de no debéis
ser es víctima y juez. Se os ha dicho que no resistáis al mal. Y esto no
significa que agachéis vuestras cabezas, sino que os aprontéis de entereza, de
astucia y de argucia para que vuestro enemigo sea burlado por sí mismo, y no os
igualéis a él en maldad. Y sabed que os he dicho que si no superáis en
justicia a los malvados, no entraréis en el reino de los cielos. O sois de
Arriba o de abajo. Una cosa es que
estéis en el mundo y otra es que seáis del mundo. Yo he vencido al mundo. Y Yo
soy el Camino, la Verdad y la Vida que conduce desde este mundo a la patria
celestial. Vuestra misión es atraer con vuestro ejemplo a los demás a este camino de salud, de gracia, de vida y
de salvación. Esta es la razón por la que he dicho que os haría pescadores de
hombres. Yo os he enseñado a pescar. Y en las noches tenebrosas invocad al
Espíritu Santo para que no perdáis vuestro trabajo. El os iluminará en la mar tormentosa y sabréis qué rumbo tomar hacia la calma, y con buena
pesca. Y algo más que no debéis olvidar: Buscad primero el Reino de Dios y su
Justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.
-Maestro, no entendemos. Por un lado nos dices
que gritemos, que no permanezcamos pasivos, que nos demos cuenta de que estamos
en el mundo. Al mismo tiempo que no somos del mundo, que no hagamos violencia
aun cuando se nos enfrente el enemigo para destruirnos. Maestro, acláranos
esto.
-En verdad que el Padre os ha traído a esta
dimensión tan densa, que no a un vacío existencial, y que estáis sometidos a
toda clase de estímulos, de sensaciones, de percepciones engañosas, y de
pensamientos que os inducen, pero no os obligan a proceder con violencia. El
Padre sabe de todo esto, y os tiene contados los pelos de vuestras cabezas, y
no caerá un cabello sin la Voluntad del
Padre. Todo está escrito en el registro de la Voluntad Divina. Y las Leyes de
la Naturaleza responden sin que falte una tilde en las páginas de ese registro.
Pero oíd una vez más: Aunque no escape una tilde, vuestras decisiones son
libres. Gozáis de un atributo esencial: La libertad. Y es por ésta que os
asemejáis a los ángeles, y que sois imagen de Dios, y que por ende estáis
llamados a la perfección. Mas el hecho de que estéis llamados a la perfección
no quiere decir que seáis tontos. Evitad situaciones negativas y estad presto a
hacer el bien, que así como hay Leyes Internas que rigen todo el proceso del
devenir, así también habrá Leyes que os salgan al paso y os defiendan del
enemigo. Aprended de aquéllos a quienes dije: Tu fe te ha salvado. Mis palabras
son expresiones reales y verdaderas de todas las Leyes que rigen el proceso del
devenir. Si creéis en ellas y las cumplís, estaréis en la verdad, y entonces
nada tendréis que temer, porque la verdad os hará libres. Y oíd bien: Tan
libres que lo que en un momento determinado creéis que es vuestro mayor
enemigo, lo veréis con otros ojos, y hasta estaréis en capacidad de recibir con
alegría el martirio. Ejemplo lo tenéis en mis Apóstoles. Conocieron la Verdad y
la Verdad obró en ellos. Y también, habiendo Yo perdonado primero a mis
verdugos y a quienes ellos obedecían, exclamé desde la cruz: ¡Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen! Y os repito una vez más que Yo tenía
más poder que todos los ejércitos del mundo para aniquilar a mis enemigos.
Pensad y meditad sobre estas cosas, para que no caigáis en la tentación de la
violencia. Y estad atentos a esto: Hay casos y circunstancias que escapan a la
voluntad, y que muchos humanos dicen que cómo han podido llegar a cometer
semejante barbaridad de violencia. Y es
que hay Leyes que explotan cuando hay saturación de energías. Cuando éstas se acumulan y se rebasa la copa. Y vosotros
sabéis por experiencia cómo inesperadamente caen imperios y altas
personalidades. Y es que esas energías
que se utilizaron para el mal no están solas, obedecen a Leyes inscritas en el
devenir de todas las cosas. Y esas Leyes Inexorables se revierten contra
quienes las pisotearon. Y el instrumento de esa reversión no siempre suelen ser
las cosas o fenómenos de la Naturaleza, sino que también lo es el hombre, y es
entonces cuando determinados individuos y hasta sociedades y naciones se
revisten de violencia. Han sido alcanzados por esa explosión de energías
negativas. De aquí también que escuchasteis de mí que el que esté sin pecado
que arroje la primera piedra, pues es mucha la tara acumulativa que carga la
Humanidad sobre sí misma. Pedid, pues, al Padre que os dé fortaleza para no caer
en situaciones desagradables, que muchos atribuyen a tentaciones del diablo, pero que son posesiones de
energías negativas, algo así como si estuvierais contaminados por material radiactivo de alta
peligrosidad. Vuestra misión es ser luz para los hombres y sal para la vida.
Cada cual en el sitio donde le toque actuar como miembro de mi Iglesia, de mi
Comunidad. Siempre iluminados para hacer frente a las tinieblas. Y ya sabéis en qué cosiste el juicio: En que vino la Luz
al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz.
-¿Maestro, si nuestra misión es estar siempre
como luz frente a las tinieblas, y como la sal para no hacer insípida la vida,
cómo concretar nuestra misión? ¿Somos sacerdotes que nos debemos exclusivamente
a la actividad del templo?
-Quizás mis palabras se ha ido por otros
vientos. Mucho me ha costado que la entendierais vosotros a pesar de mi
insistencia en explicároslas. Recordad que en una ocasión os dije: ¿Pero tan
faltos de sentidos estáis vosotros? Si hablándoos de las cosas de este mundo no
entendéis, ¿qué tal si os hablase de las cosas del más allá? Tan sólo me limito
a deciros que habrá un juicio irresistible para los obradores de iniquidad. Y
no olvidéis que en ese juicio hay varios tipos de sentencias. Para todos los
obradores de iniquidad habrá crujir de dientes: unos más, otros menos.
¡Dichosos los que hicieron justicia! Mas os he hecho énfasis acerca de vuestra
misión. Primero tened bien en claro que yo os he hablado de la Buena Nueva, que
son mis palabras. Que os llamé para que fuerais pescadores de hombres. Que os
sometí a toda clase de pruebas. Que os encomendé misiones especiales. Que os
corregí y os envié a predicar el Mensaje a todas las gentes por el mundo
entero. Que unos quieran hacer religión y otros no, lo importante es que, sea
cual fuere la actitud de cada cual, llevéis
a la práctica mis enseñanzas; sobre todo que cumpláis con la Ley del
Amor, pues en esto conocerán que sois mis discípulos. Y mis discípulos son mis
mejores amigos y mis mejores hermanos. Uno solo es vuestro Padre, un solo es
vuestro Hermano Mayor, Yo Jesús, y hermanos míos sois todos vosotros. Haced
cuanto os he dicho, que sois templos vivos de Dios. Y que en vosotros mismos
está el Templo de adoración al Padre. Dentro de vosotros mismos está el reino
de los cielos. Mantened limpio y decoroso vuestro templo para que el Padre y Yo
podamos venir a hacer morada en él. Yo os he prometido que no estaréis solos en
vuestro templo. Para ello os he enviado el Espíritu Santo: Acogeros a El, pues
El es fuente de luz y de sabiduría. Si algún hermano tiene que salir de su
templo y refugiarse en el túnel de la religión, libre es para así proceder. Mas
no olvidéis que lo que el Padre busca
son adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. El Padre no necesita de
sacrificios. Yo tampoco. Vuestros holocaustos sean hechos como os dice Manuel
en ‘Clave 9’: Libre, Justa y Amorosamente. Libremente, porque salga de un yo
sin ataduras de miedo o de intereses. Justamente, porque en espíritu y en
verdad estéis en armonía con vosotros mismos, con vuestros semejantes y con
todo lo demás; sin hacer mal a nada ni a nadie, pues que lo que no queráis para
vosotros tampoco lo debéis querer para vuestro prójimo. Amorosamente, porque es
en la Gran Ley del Padre, y en mi mandato especial: que os améis los unos a los
otros como Yo os he amado: éste es el verdadero holocausto. Y ya sabéis lo que
el Padre ha dicho: ¡Si supierais lo que significa: prefiero la misericordia al
sacrificio! Y algo más: Yo soy el Sumo Sacerdote. Yo ya he celebrado el gran
sacrificio de expiación. Ya no son necesarios más sacrificios. Tan sólo hace
falta que cumpláis con lo que he dicho, con mi Evangelio, con mi Buena Nueva,
con mi Mensaje, con mis Palabras. Todo esto es una misma cosa: Sólo que a vino
nuevo, cueros nuevos; actitudes nuevas de fe y de amor.
-Maestro, nos respondes una cosa y necesitamos
mil respuestas más. Estamos de acuerdo en no usar la violencia, porque
desarmoniza y, quebrantando Leyes, éstas se nos revierten tarde o temprano, y
al que no aquí en esta dimensión, tendrá crujir de dientes allá en lo eterno.
Pero hay casos, Maestro, en que no podemos cruzarnos de brazos. Por ejemplo,
cuando unos desalmados, como te dijimos antes, quieren destruir a nuestra
familia y/o a nuestros bienes. Hemos pensado en la no violencia de que Tú nos
hablas, pero volvemos otra vez a la duda. ¿Qué hacemos en definitiva, Maestro?
-El ángel, una vez vuestra invocación al cielo,
saldrá, repito, a vuestro encuentro, y si es de derrotar al enemigo, todas las
Leyes os favorecerán y nadie podrá dar explicación. Esto que os digo sí es del
Reino de Dios y de su Justicia. Si es de correr, correréis. Si es de
enfrentaros a lo inesperado, obrarán fuerzas superiores en vosotros. Pero
violencia deliberada no. Porque esto es lo que hacen los hombres del mundo, y
vosotros aunque estáis en el mundo, ya no sois del mundo.
-¿Maestro, y si pecamos por omisión?
-Nadie que clame al Padre será desoído. Oiréis
la voz misma del Padre que os dirá y os pondrá las circunstancias apropiadas
para que no actuéis tampoco en omisión. Tened fe que todo se os dará por
añadidura, si os ponéis como niños en
los brazos del Padre. Por eso os dije también que si no os volvieseis como niños, no entrarías en
el Reino de los Cielos.
-Maestro, nos sentimos tentados por el diablo a toda hora. ¿Por qué, Maestro? ¿Por
qué existe el diablo?
-¡El diablo….! Si os cuesta asimilar lo del
divorcio, que ha roto ese vínculo divino y de Naturaleza que Dios vio ser
bueno, y vosotros lo habéis convertido en malo… Y como si fuera poco, habéis
profanado el templo vivo de Dios en la Tierra, o sea: habéis instituido el
aborto deliberado, que es pisotear el derecho a la vida... Y todo esto lo dais
por aludido sin responsabilidad, y hasta habéis
matado el gusanillo de vuestra conciencia, ¿cómo ahora me preguntáis,
como una evasión más, acerca del diablo? Ya no encontráis sobre quién o qué
descargar vuestras culpas, buscando siempre una excusa, algo que las asuma.
Pues bien, aunque mis palabras os parezcan duras os invito a que prestéis
atención a ellas. Y no tengáis miedo ni os escandalicéis. Os voy a preguntar: ¿Si Dios es espíritu puro, y a Dios no le ha visto nadie jamás, tan sólo el Hijo
que está en el seno del Padre, cómo es que reza en las escrituras que a Dios lo
vieron los hombres; que Dios entró en
reyertas con los hombres; que Dios maldijo a los hombres y les decretó la
muerte; siendo sapientísimo, se arrepintió de haber creado a los hombres; que
Dios, Padre Amantísimo y Misericordiosísimo ordenó matanzas infernales? Y algo que se dice
aconteció en mi venida, la estrella de Belén… ¿En qué cabeza os cabe que una estrella se va a posar sobre una
casa, cuando al tan sólo cambiar su rumbo se producirían cataclismos de
consecuencias impredecibles en el universo?
-Maestro, nos confundes, aunque sabemos que
estás en lo cierto.
-Ni me conocéis a mí ni a las escrituras. En
las escrituras hay de todo un poco. Y una cosa es auténtica y verídica: Que en
las escrituras está la Palabra de Dios dada a los hombres. Pero lo grande no
cabe en lo pequeño, como al Verbo Divino no lo puede soportar directamente el
hombre en su mente. Es por eso que la Palabra del Padre se ha infiltrado en
vuestras mentes, sí, pero a través de vuestras propias culturas, de vuestras
propias historias, de vuestras propias percepciones del mundo, del hombre, de
la vida y de las cosas, y de Dios, y por qué no, también, de vuestras
creaciones, como la creación del diablo, que hasta lo habéis puesto en escena
conmigo. Sabed también que en vuestras lenguas hay traslaciones literarias,
símiles, metáforas. Todo esto y más conforma las escrituras. Manuel, Profeta de
‘Clave 9’, os habla con frecuencia de estas cosas. Manuel me ama. Y Yo estoy
siempre presente ante Manuel. Y a Manuel le comunico Yo muchas cosas que otros
hermanos no están en capacidad de comprender. Elevaros en conciencia, hacia esa
‘Conciencia Cósmica’ que él predica, y veréis cuán cerca estáis de colaborar
conmigo en la regeneración de lo humano. Y las escrituras, siendo tan
complejas, se os mostrarán diáfanas, sencillas y de libre acceso.
-Pero Maestro, has dicho que nosotros hemos
creado al diablo, ¿cómo es esto?
-Recordad cómo en el paraíso, cuando os
sentisteis desnudos, cuando perdisteis la inocencia y tuvisteis que recurrir a
unas hojas de higuera para taparos, y vuestra conciencia se rebajó al nivel de
lo rastrero, al nivel de la serpiente, quisisteis
vestiros de astucia, como la serpiente. Pero ni así pudisteis escapar de
la voz de vuestra conciencia. La astucia tan sólo os podría cubrir de hojas. Y, viendo que
éstas os afeaban, culpasteis a la astuta serpiente; lo que de nada os ha
valido, pues con hojas o sin ellas, ya estabais desnudos, ya habías perdido la
inocencia. Hicisteis de la astucia lo
más bajo, la serpiente, que como tal es buena a los ojos de su Dios, que por
eso la creó. Ante Dios, nada puede permanecer oculto. Ante su imperiosa voz no
tuvisteis más remedio que culpar a la serpiente, como diciendo: Es que creíamos,
es que… Y la astucia se os hizo vuestro propio enemigo, la serpiente, que
asociada con lo malo que os había sucedido, la hicisteis causa de todos los
males, y la bautizasteis con el nombre de diablo, que más adelante daríais
otros nombres. Así, pues, creasteis al diablo: la astucia y la consecuente
excusa, que os acompañan de día y de noche. Y de aquí que las mismas escrituras
digan que el diablo no duerme y que anda como león rugiente buscando a quien
devorar. Y os habéis acostumbrado de tal
forma a esta manera de pensar y de actuar que ya el diablo os es tan familiar
que lo habéis hecho religión: Unos, considerándolo su enemigo; otros, como les
es tan familiar, su amigo, hasta darle culto.
-¿Maestro, a ti también te hemos envuelto en
esta cultura del diablo que hemos creado?
-Así es. Pero Yo no vine a salvaros de las
garras de un diablo que no existe, sino en el afán de vuestro autoengaño y de malolientes hojas
con que habéis revestido vuestra manchada inocencia. Yo vine a daros la mano para sacaros de ese fango y
poneros vestiduras nuevas. Ya habéis muerto a la inocencia. Ahora, si queréis
entrar en el reino de los cielos, tenéis que nacer de nuevo: de agua, porque es
el vientre materno y purificador y revitalizador en el cual fuisteis
engendrados por Voluntad del Padre. Y el agua no es simplemente una fórmula
química cristalizada. El agua es expresión de vida. De ahí también que las
escrituras hablen de aguas sobre aguas. Porque el universo entero está bañado
por océanos de vida. Y también tenéis
que nacer de espíritu, porque aun las aguas participan del Espíritu de Dios. Y
ya oísteis que el Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.
Vosotros en verdad, os cortasteis el cordón umbilical de la placenta cósmica,
que de por sí está llena de agua y de
espíritu. De aquí que necesitáis ahora bautizaros de agua y de espíritu. Y es
por eso también que tengo que hablaros claro, para que despertéis de vuestro
trágico letargo. Y es tiempo también para que
abráis las páginas de un nuevo capítulo, saliendo de esa cultura del
diablo. Recordad que os dije que, a partir de ahora, a partir de mi venida,
que, por cierto, vuestra astucia, vuestra serpiente, vuestro diablo, me hirió de muerte… A partir de ahora: Ni en
este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. En el monte, porque sobran
sacrificios de víctimas inocentes y de animales. En Jerusalén, porque más que
el Templo exterior, que como Casa de Oración
está dedicada al Señor, lo que interesa es el reino de los cielos que
lleváis por dentro, y que a partir de ahora, os repito, debéis aprender a
adorar al Padre como El quiere: en espíritu y en verdad. Y no os extrañéis de
que Yo os haya tenido que hablar del diablo con la misma familiaridad con que
vosotros lo lleváis en vuestras mentes y en vuestros corazones: vuestra mal
habida astucia y vuestras intrascendentes excusas. Por eso es que el símil del
Paraíso que hacen las escrituras se vio de pronto lleno de dolor, de sudor, de
sangre, como la del justo Abel. Y la espada flameante de fuego la empuñaron los
querubines, lo cual significa impedimento o puerta de atranque, porque ya
habías perdido la inocencia, vuestro paraíso terrenal. Ya ni os acordáis de
aquel paraíso de vuestra inocencia. Y cómo, si habéis opacado ese sol de
irradiación divina con las tinieblas de vuestras falsedades y maldades.
-Maestro, nos conmueven una vez más tus
palabras. ¿Qué quieres que hagamos?
-Que escuchéis
mis palabras y las pongáis por obra. ¿Hasta cuándo culpáis a es diablo
de vuestra inconsciencia? ¿Es que habéis perdido también el sentido de
responsabilidad de vuestros propios actos? ¿Por qué no dejáis ya el criterio de
achacar al diablo los males que vosotros mismos sembráis en vuestro planeta; y como males sembráis,
males recogéis? Ni creáis que el infierno es la caldera que atizan el diablo,
que habéis inventado, y su séquito de diablitos. El infierno es más que
elementos ardientes por más poderosos que sean. El crujir de dientes no se
puede parangonar con el fuego de elementos. Nadie que haya cometido iniquidades
podrá escapar al crujir de dientes.
-¿Pero, Maestro, cómo hacemos?
-Así como sois tan fáciles para iros tras los atractivos del mundo, voluntad y discerní-
miento tenéis en suficiencia, para rechazar lo malo, que procede de vuestro
corazón, y no del diablo, y obréis el bien. Y el Padre os dijo, y os repito,
que si obrareis bien, os beneficiarías hasta mil generaciones; si obrareis mal,
por misericordia del Padre, tendríais que padecer sólo por tres o cuatro
generaciones. Mas estáis a punto de
rebasar la copa. La sangre del justo Abel ha vuelto a clamar al cielo. Creéis
que la vida no vale nada. Y es que no queréis reconocer que la obra del Padre
hay que respetarla. Y si no queréis hacer esto a las buenas, las Leyes se
encargarán de que aun en esta dimensión tengáis ayes insoportables y crujir de
dientes como antesala a lo que os espera en el más allá. Y no es el diablo el
que os induce al mal. Son vuestros apetitos desordenados, vuestro afán de
riquezas, vuestro deseo de venganza y vuestras ambiciones de poderío lo que
está acarreando vuestra propia ruina. El Padre, os he dicho, es pronto a la
misericordia y tardo a la ira. Mas no olvidéis que de Dios no se burla nadie. Y no es que os esté
amenazando, sino previniendo de males peores. Id pensando en asumir
responsabilidades en vez de atribuir vuestros muertos y vuestras maldades a fuerzas diabólicas
desatadas. Jamás podréis luchar contra las Leyes preestablecidas para la armonía del Todo
Coexistencial, de todo lo creado.
-Maestro, cada vez que nos nombras ese crujir
de dientes nos mueves a pánico. Es como si estuviéramos en pailas del sol. ¿Por
qué insistes en estas cosas, Maestro?
-Ni el Padre va a tocar vuestra libertad,
porque así le plugo en su Amor y en su
Sapiencia que así fuerais los humanos: Imagen de El. Y ya estáis aquí, y el
Padre vio ser bueno, y no habrá más nada que pueda superar en Amor y Sabiduría
al Padre. Así lo quiso. Así sois. Y así, en las metas de perfección que El
Padre os ha trazado en el devenir de lo eterno, seguiréis siendo. Y en ser lo
que sois debe estar vuestro reconocimiento. Y, aunque os duela, pues que
también tenéis vuestra sabiduría para apreciar lo bueno, ya estáis aquí, y como
os dicen las mismas escrituras: No hay retorno,
ni de aquí hacia atrás, ni de
allá hacia acá. En el devenir está inserto vuestro ser y no se puede borrar.
-Maestro, para ser lo somos y para estar como
estamos, hubiera sido preferible que el Padre no nos hubiere creado. Y sin
haber pedido estar aquí, nos tenemos que ir para ese más allá de incertidumbres
y no menos espantoso. ¿Por qué, Maestro? ¿Por qué?
-No hay palabras en vuestros diccionarios que
puedan expresar vuestra insensatez y vuestra obstinación e ingratitud. Primero,
sabed que lo que es no puede no ser. ¡Oh, si los lirios del campo, que hoy son
esbeltos y mañana se convierten en pasto, pudieran cantar en alabanzas como
vosotros tenéis esta capacidad y la utilizáis
para el reproche! ¡Cómo saltarían
de gozo los lirios cantando a su Creador! Y vosotros maldecís y os rebeláis contra vuestro Hacedor. Y en vosotros se
califica el mimo Job que maldijo hasta el vientre de su madre que lo engendró.
Pero Job reconoció su error. Vio en Dios a su Potentísimo y Sapientísimo
Hacedor, y se pronunció por callar, como virtud y prudencia, antes de contender
con El, y, resarciendo su pecado, habla con su Señor: Por todo me retracto y
hago penitencia entre el polvo y la ceniza. Vosotros, sin embargo, maldecís en
vano, porque quisierais que el mundo
fuera vuestro trono de gloria, y no lo
es; ni lo será nunca jamás, pues que los días de placer para el hombre
están también contados. El devenir es el río por donde transcurre el ser en su
existencia y en su modalidad. ¿Queréis cambiar de criterio como Job? En verdad
os digo que el que busca a Dios lo encuentra. Job no veía sino muerte e
infortunios, y por ende renegaba de todo. Pero Job clamó a Dios, y Dios, Padre
Amorosísimo, lo escuchó y computó su clamor en justicia, y os repito su
confesión: Me retracto y hago penitencia
entre el polvo y la ceniza. Mas no por
esta terquedad os dejaré solos. Estaré atento, como vuestro Hermano Mayor, como
vuestro Amigo y como vuestro Salvador, pera tenderos la mano de misericordia y
conduciros a la terraza del verdadero conocimiento, donde veréis cuán buena,
grata y perfecta es la voluntad de Dios, y por ende vuestra aceptación de ser
lo que sois en esa misma Voluntad Divina. Si el estar aquí en esta dimensión
fuese malo, el Padre no os hubiera traído. Pero esta dimensión es, como os he
dicho, un hito de bien y de perfección en el devenir de lo inevitable e
inexorable. Y bueno es también para vosotros mismos, pues no caminaríais a
ciegas, si usarais vuestro entendimiento para comprender lo que realmente sois:
Imagen de Dios, linaje de Dios, hijos de Dios, caminantes que al hacer camino
abren horizontes de gloria. ¿Puede ser malo esto, cuando hasta las espinas del
camino he venido Yo a transmutarlas en alfombra de pétalos de rosas?
-Maestro, de verdad, apiádate de nosotros.
Mándanos tu ángel de luz.
-Yo os digo lo que oigo del Padre. Y en
cuestiones de salvación ni Yo mismo puedo hacer nada. Yo he depositado mi Amor
por vosotros en aras hasta de cruz, para enseñaros el Camino. Y Yo mismo me he
constituido en vuestro Camino, para que no andéis en tinieblas. Pero el reino
de los cielos está dentro de vosotros. Y el ángel de luz lo tenéis a vuestro
lado. Con tan sólo tener intención de obrar bien y de dar paso de bien en
complementación al intento, ya el ángel de luz os estará despejando el camino
de tinieblas. Confiad en mis Palabras. Si vuestro deseo es sincero y obráis en
consecuencia, de seguro que el buen ladrón, que me acompañó en la cruz, os
estará aguardando para daros el abrazo de bienvenida y de dicha eterna.
-¿Maestro, y adónde está
el más allá?
-Vosotros mismos lo habéis dicho: Más allá. Más
allá del tiempo y del espacio. Pero aquí mismo. En el punto cósmico, como diría
Manuel en ‘Clave 9’. Allá y acá al mismo tiempo. Donde todo converge en el Uno
y en el Todo. Ved la circunferencia y reducid su radio a la más mínima
expresión hasta lo que llamáis infinito, hasta quedaros en el límite entre lo
real y lo imaginario. Ahí precisamente seréis transmutados en lo eterno, como
en una simbiosis, y ahí, también, sin tiempo y sin espacio os inundaréis del más
allá. Donde todo cabe y nada sobra. Donde el eslabón anterior del devenir se
funde con el posterior. Donde todo comienza y todo termina, y, paradójicamente,
sin terminar comienza. Así comprenderéis mejor lo de la gota de agua en el
Océano, sin ser Océano, que se sabe
Océano ella misma. Y recordad lo dicho por el Padre: Yo soy el que soy. Sin
antes ni después, sin espacio y sin tiempo. Y de mí oísteis: Yo soy Alfa y
Omega, el Principio y el Fin. De manera que el que tenga entendimiento que
entienda. Para vuestra lógica no habría más acá sin más allá, y viceversa,
porque toda esta dimensión está regida por leyes relativas. Un hito en esta
existencia será suficiente para que el acá y el allá giren como caras de una
misma moneda. Y tanto el hito como el giro de esa moneda reciben su
consistencia de ese Yo soy del Padre. Y sabed que Yo soy también con el Padre, pues que el Padre y
Yo somos una misma cosa. Oídle, al menos, aunque Lo Grande no pueda entrar en
lo pequeño, en vuestra mente.
-¿Maestro, por qué has dicho que todos los
pecados serán perdonados menos uno, la blasfemia contra el Espíritu Santo?
-Si supierais lo que es el Espíritu Santo no
haríais esta pregunta. Vuestro mundo no lo conoce ni lo puede recibir. No hay
vocablo en la mente humana para describir el Espíritu Santo. Blasfemar contra
el Espíritu Santo es algo que ni al Satanás que inventasteis, si fuera una
realidad, se le hubiera ocurrido, porque él sabría cómo temblarían los cielos,
y cómo él mismo se pulverizaría en el más ardiente sufrimiento. El Espíritu
Santo es Esencia del Padre y de la Santidad mía. Y esta Santidad está fuera de
vuestro conocimiento. Es la Pureza en sí. Y una ofensa al Espíritu Santo tiene
una vibración y resonancia tal que los ángeles preferían tormento antes de que
esto sucediera. Todas las Leyes se revertirían contra el que a ello se
atreviera a hacer. Es como si lanzaseis una flecha sobre un gigantesco bloque
de acero, se partiría en mil pedazos. Por eso es que los espíritus todos y las
potestades todas caen de rodillas ante tan sólo pronunciar mi Nombre. Un
espíritu impuro no resiste mi Presencia. Por eso, porque la Pureza de la
Divinidad no la puede soportar criatura alguna; como si, en un simple ejemplo,
quisierais vosotros recibir los rayos
ultravioletas del sol en vuestra retina.
No obstante esto, siendo el Espíritu Santo fuente de Sabiduría y de Luz,
deberíais pensar en pedir sabiduría y luz para amar más a vuestro Padre
Celestial y a vuestros hermanos de esta dimensión. De manera que si un alma
llega a penar por blasfemia al Espíritu Santo, la respuesta es: Todas las Leyes
se le revertirán en su contra. Y si una Ley afecta tanto el sufrimiento de un
alma, e irresistible es su crujir de dientes, ¿qué no será tener que soportar
el peso de la reversión total de las Leyes? Por eso es que os he dicho que este
pecado no tiene perdón.
-¿Maestro, cuándo un alma en tal estado va a
llegar a su meta?
-Aunque Yo os dijere que el cuándo será alguna
vez en la eternidad, esto suena más a tarde que a temprano. Por no deciros nunca de vuestro tiempo.
Imaginad que os adentráis en la inmensidad del desierto, y entre brumas y
noche, no lográis salir del laberinto de la desorientación. ¡Cuáles serían
vuestras lamentaciones, sabiendo que por allá mismo atravesaron muchos de
vuestros semejantes en buen tiempo y encontraron oasis y salida! Así sucederá
al que manche con su blasfemia la Blancura de la Pureza Divina.
-¿Maestro, te sientes solo en tu Obra de
Redención?
-No. Yo estoy contento con muchos de los que me
han acompañado en la obra de la
regeneración de lo humano. Mis enviados han cruzado no sólo caminos reales,
cañadas, veredas, valles y montañas, sino que con su fe y su esperanza han
surcado los mares, hoy en día también los cielos. En medio de sus debilidades
me han servido. Han dado no sólo su rostro en mi Nombre, sino hasta la vida. Sus nombres están escritos en
los cielos. Y todavía, repito, en medio de sus debilidades testimonian de mi
Nombre. Unos se han negado a sí mismos, refugiándose para siempre en claustros
de trabajo, de penitencia y de oración. Otros, apacentando mis ovejas en los
templos o compartiendo su fe y su acción en medio de la sociedad o en centros
fabriles… A ellos se les pueden imputar muchos defectos, pero son los únicos
que de verdad propagan el reino de los cielos. Son débiles, porque son humanos.
Pero a su modo son los únicos con quienes cuento en la regeneración de lo
humano. Yo les he dicho a ellos lo mismo que a vosotros. Y a todos os he
prometido acompañaros hasta la consumación de los siglos.
-Maestro, de tus enviados se dicen muchas cosas
que afean tu Obra.
-Os dije que no juzgaseis, para no ser
juzgados. Y que antes de ver la paja en el ojo ajeno, vierais la viga en el
vuestro. A todos os he aconsejado que si la sal se desvirtúa, ¿con qué se
salará? Mas recordad cómo Yo oré muchas
veces ante el Padre por vosotros todos, porque me iba a la Patria Celestial y
vosotros os quedabais en la densidad de este mundo. El Padre sabe de vuestras
debilidades. Mas con esto no os justifico, pues que el llamado que os he hecho
es: Sed perfectos como el Padre Celestial es Perfecto. Y os he insistido en la
necesidad de estar atentos y de vigilar. Por el Mensaje ‘Clave 9’ sabéis qué
significa: Pies en tierra, la mente en lo Trascendental y el corazón en la
Humanidad. Pues que no a utopía os invito, sino a la acción positiva.
Cumpliendo esto, ya estáis en capacidad de elevaros a ‘Conciencia Cósmica’. Esa
Conciencia que os dice Manuel, de unidad, de universalidad y de Trascendencia,
y que YO bendigo, porque esto os ayuda a conocer mejor mi Mensaje. Y el final de todo esto es que,
al recibir mis Palabras y al ponerlas en práctica, ya estáis en la Verdad; y la
Verdad, os he dicho os hará libres. Y si sois verdaderamente libres, no podéis
ser reos de tinieblas; habréis vencido también, como Yo, al mundo.
-Maestro, el mundo, según las escrituras, siempre ha estado mal.
Ahora no está mejor. ¿Qué hacemos, si como dice el refrán: golondrina sola no
hace verano?
-¿Llamáis golondrina sola a un ser, que, aunque
tenga debilidades, es Imagen de Dios y está dotado de entendimiento, de
voluntad y de otros recursos necesarios para obrar el bien en esta dimensión?
Además, os he prometido no dejaros solos y os acompaña el Espíritu santo.
Recurrid a El en demanda de luz, de gracia, de sabiduría y de fortaleza. Sabéis que os he dado por
garantía en esta vida el ciento por uno, y después la vida eterna. ¿Qué más
queréis? Y por qué en vez de censurar al mundo no os transformáis en baluartes
indestructibles de fe que podáis servir a vuestro prójimo de faro o de radar
para que no pierda su rumbo hacia la Patria Celestial? Mi Padre os ha dicho: ¡Si
supierais lo que significa prefiero la misericordia al sacrifico! Yo os digo:
¡Si supierais lo que es un alma en estado vibratorio positivo! ¿Quién ha dicho
que golondrina sola no hace verano? Uno solo de vosotros puede soportar todo el
peso del mundo, y contrarrestar al mismo tiempo sus influencias negativas.
Tales de fuertes y de indestructibles seréis, si os eleváis, como dice Manuel
al estado de ‘Conciencia Cósmica’. ¡Cuánto más si en espíritu y en verdad comenzáis a adorar al Padre! La
acción, cómo no, es necesaria. Y como decís: A Dios rogando y con el mazo
dando. Pero no penséis que porque seáis pocos ya está todo perdido. ¡Cómo retumban en los cielos
las oraciones y los cánticos de las almas consagradas a mí! Y el mundo
desprecia y tiene por menos a estas almas. Entended a Manuel cuando os dice:¡Si
en estos veintidós años de ‘Clave 9’
hubiera siquiera diez hermanos con ‘Conciencia Cósmica’! Manuel no se está
quejando. Manuel se refiere a cómo habría
diez potenciales energéticos irradiando de vibraciones cósmicas a todo
el Planeta. Por eso es que también que Yo os dijera que muchas cosas insoportables
sucederían al hombre, si no fuera por el amor a mis elegidos. Y mis elegidos
sois vosotros, los que buscáis elevaros a estadios superiores de conciencia y
de espiritualidad. Así os dejo asentado que en el plano de ‘Conciencia Cósmica’
y en el plano espiritual no cabe eso de: golondrina sola no hace verano, porque
mis golondrinas cubren las cuatro estaciones.
-Maestro, en ‘Clave 9’ se nos ha enseñado que
no debemos callar verdad ni decir mentira. Por otra parte Tú nos dices que
seamos mansos, pacíficos, que pongamos la otra mejilla…, y que el que a hierro
mata a hierro muere. Tú también nos has hablado de tu gritar. Pero la confusión
nos viene de nuevo a la mente. ¿Qué hacemos, Maestro?
-En ‘Clave 9’ se os dice: Ni violencia, ni
debilidad; diálogo y acción. Y no sólo esto, sino que os constituyáis en
Mansiones de Amor, de Reconciliación y de Armonía, y hagáis en estas Mansiones
un hábitat en donde podáis deponer vuestros criterios y actitudes de
desarmonía, y podáis al mismo tiempo dialogar, hallar soluciones armoniosas, y
así aprender también a ser más libres, más justos y más amorosos. En ningún
momento se dice que uséis la violencia. Y esto mismo es lo que tienen que hacer
mis enviados: No callar verdad, y evitar que se imponga la mentira. Y si en
algún momento la mentira y la maldad de los impíos os salpican con injurias y
persecuciones, y hasta con el martirio, tened presente: Todas las cosas
pasarán, pero mis palabras permanecerán, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra mi Iglesia, contra mi rebaño. Y si rebasan la copa,
comenzarán los lamentos. Allá, aunque no
lo quieran reconocer, tendrán su crujir de dientes. Las Leyes preestablecidas
por mi Padre son inevitables e inexorables, e implacables en su ejecución. No
hay impunidad, porque todo lo que se desarmoniza, tiene que volverse a armonizar:
o aquí con el arrepentimiento sincero, o allá con su respectiva purga. Pero en
la Casa del Padre no entra espíritu impuro.
-Maestro, háblanos otro poco más de tu Mensaje,
de tu Religión.
-Os he dicho que Yo he venido a salvaros de
vuestra terrible caída, de vuestro rompimiento de las Leyes del Padre. Y que he
venido a serviros de puente, porque habíais quedado como a la otra orilla del
río de la Gracia. Perdisteis el contacto
con la orilla de la Divinidad. En mí ya tenéis la vía abierta de nuevo. La
diferencia es que antes de que desafiarais al Padre teníais comunicación
directa. Ahora se os ha hecho necesaria
la intercesión. Antes en vuestras inmaculadas conciencias estaba implícita la
Ley del Padre. Ahora necesitáis de mis Palabras para que recordéis los códigos
que os dan pautas para que obréis conforme a Ley Divina. Moisés os dio Leyes
del Padre, pero no las supisteis interpretar y os inclinasteis por lo más
fácil, aunque no menos de penalidad: Por el
ojo por ojo y diente por diente. Y este puente que establecisteis no os
permitía atravesar el río de la Gracia hacia la orilla de la Divinidad. De aquí
que Yo os haya tenido que tender un puente firme: El de la Ley del Amor. Y os
repito mi Mandamiento: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado. En esto
conocerán que sois mis Discípulos, mis Amigos y mis verdaderos Hermanos. Este
es mi auténtico Mensaje, la Buena Nueva y el encuentro con el Reino de los
Cielos, y mi Religión como así decís de mi Mensaje.
-¿Maestro, es o no es tu Mensaje una Religión?
Os repito: Yo soy el Hijo de Dios, y he venido
a salvaros. Y os he dicho que soy el Puente, el Camino, la Verdad y la Vida
para que entréis a la Patria Celestial.
-¿Maestro, y esto no es Religión? Nosotros
entendemos por religión ‘religar’, unir a Dios. Y si Tú te has constituido en
ese Puente, en esa Religación entre el Padre y nosotros, cómo no vamos a
entender que lo tuyo no sea una Religión?
-Recordad que os dije: Y aquí hay algo más que
Jonás. Pues bien, Yo no he venido a hacer filosofía ni terminología.
Simplemente que tanto amó el Padre al mundo, que me ha enviado a mí a salvarlo.
Es un problema de amor, no de una terminología de religación con Dios. Mi
Mensaje está planteado en una forma más amplia. Si bien mis deseos como Hijo de
Dios y como vuestro Salvador es que conozcáis mejor al Padre, decidme ¿cuándo
os hablé Yo de que hicierais de mi Mensaje una Religión más de fanáticos, de
dogmáticos y de ritualistas? Os he exigido no sólo fe en mis Palabras, sino que
las pongáis por obra. Que vuestro entendimiento no os haya dado para más y
hayáis hecho de mis Palabras una Religión, es cosa distinta. Mas también os he
dicho que los que han tomado el camino
de la Religión, se revistan de coraje y salgan de la plácida cabaña de
prestigios y privilegios y traten de unificar a mi Rebaño, porque está dividido
en parcelas. Vosotros habéis hecho de religión: religiones. Y mis Palabras son:
Para que haya un solo Rebaño y un solo Pastor. Debéis, pues, redimensionar el
sentido de mi Mensaje. En realidad mis ovejas andan dispersas y hasta en
disensiones de pastoreo.
-Maestro, nos aclaras las cosas y como que se
nos enredan más. Dinos concretamente, si nos metemos de lleno en eso que se
llama túnel de la religión o cuál otra deber ser nuestra actitud.
-Los caminos que conducen hacia Dios vuestro
Padre, son muchos. El de la Religión es uno de ellos. Si queréis adoptar el
camino de la Religión, ya sabéis las exigencias de la Religión. Si así lo
quisiereis, libres sois para meteros en túnel de fanatismo, de dogmatismo, de
ritos, de penitencias, de ofrendas, de oraciones… Y sé que muchos de mis
enviados os han enseñado Religión. Y muchos de los que dicen que me siguen se
refugian en la Religión. Y sé que gastáis el tiempo hasta en sacrificios que ni
al Padre ni a mí nos hacen falta. Mas habría que recordaros lo que dije a
ciertos farsantes durante mi estadía en el Planeta Tierra:¡Ay, de vosotros, que
diezmáis la mente , el anís y el comino y no os cuidáis de lo más grave de la
Ley: La Justicia, la Misericordia y la Lealtad.
-¿Maestro, y así no nos estás hablando en
Religión?
-Tanto el Padre como Yo respetamos vuestra
libertad. De vosotros depende el camino a la meta. Es más, se os ha repetido
insistentemente que para Dios no hay acepción de personas. Todos, sin exclusión
de nadie, tienen cabida en la Casa del Padre, y todos a última hora serán
juzgados. Yo os doy el camino más corto y más seguro para que alcancéis la meta
cuanto antes.
-Maestro, no tardes. Dínoslo.
-Oíd, primero, lo que os dice el Padre: ¿Sabéis
cuál es el ayuno que yo quiero? No es encorvar la cabeza como junco, y
acostarse con sacos y ceniza; sino que rompáis las ataduras de la iniquidad, y
dejéis ir libres a los oprimidos y desatéis todo yugo, y que partáis el pan con
el hambriento, y cobijéis al sin abrigo, y que no volváis el rostro a vuestro
hermano.
-¿Maestro,
y esto no es Religión?
-Si
por Religión lo tenéis, practicadlo, que ya estaréis recibiendo bendición del
Padre. El Padre también os ha dicho: Día ha de llegar en que no tendrán que
predicarse unos a otros de Dios, porque todos me conocerán, desde el más
pequeño hasta el más grande. Y ese día no será un día de ritual religioso. Ese
día será un día de consumación de mis Palabras: el triunfo de lo que llamáis en
‘Clave 9’: La Libertad, la Justicia y el Amor. Un triunfo logrado no mediante dogmas y fanatismos, ni
de otras aberraciones de vuestro psiquismo, sino por práctica de mis Palabras.
Y no olvidéis lo escrito: La Gloria está
en conocerte a Ti, Padre, y a tu Hijo Jesucristo.
-Maestro,
nos pones a escoger entre dos caminos: El de la Religión y el que Tú dices que
es el más corto, el de la fe hecha obras.
-Sois
vosotros lo que decidiréis conforme a vuestro libre albedrío. Yo os dije: que ha
llegado la hora en que ni en este monte /donde se hacen sacrificios/ ni en
Jerusalén /donde oráis en el Templo/ adoraréis al Padre… Llega la hora en que
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad… Y estos
son los verdaderos adoradores que el Padre busca. Por estas razones y otras es
que no hay acepción de personas en el Padre, y Yo os puse el ejemplo del buen
samaritano: El que hace el bien con la
mano derecha sin que lo sepa la mano izquierda. Y por eso también, cuando en el
día del Juicio se sorprendan las almas al verme con los brazos abiertos y me
pregunten: ¿Maestro, y cuándo te vimos? Yo les responderé: cuando tuve hambre y
me disteis de comer, cuando tuve una necesidad y me socorristeis… Porque lo que
hicisteis con vuestro prójimo, lo hicisteis también conmigo.
-¿Maestro,
si tu Mensaje no es Religión, cómo entonces compaginamos nuestro hacer diario
con la vida espiritual? ¿Cómo lograr esto?
-Todavía
no entendéis de estas cosas, porque estáis vibrando muy bajo. Vuestra caída,
hermanos míos, fue terrible. Se
depreciaron vuestras conciencias. Vuestras mentes se apegaron a lo que llamáis
ley del embudo: lo ancho para mí y lo estrecho para ti. De aquí que entre los
Mensajes que desde Arriba os llegan está especialmente el de ‘Clave 9’. Por
‘Clave 9’ aprenderéis a elevaros de
nivel de conciencia: a ’Conciencia Cósmica’, por el ejercicio armónico de la
Libertad, de la Justicia y del Amor. Palabras éstas transformadoras de mentes y
corazones, pero que aún os suena a vacío. Manuel, Profeta de ‘Clave 9’, no os
miente cuando os invita a la toma de ‘Conciencia Cósmica’. Sabed que todo un
Plan Superior está vigilando esta operación, que, cumpliendo con la Voluntad
del Padre de no tocaros en nada vuestra libertad, se ha de llevar a cabo en
todo Planeta Tierra, y aun más allá. Ya es hora de que vayáis ejercitándoos en esta toma de Conciencia. El
día que la adquiráis, ese día será otra vuestra visión del hombre, del mundo,
de la vida, de las cosas y del mismo Dios. Recordad lo que os ha dicho Manuel
sobre esta necesidad de elevaros : que ya no se ve sólo el cielo desde la
Tierra, sino que también se ve la Tierra desde el cielo, y el cielo desde el
cielo. El cambio corresponde al devenir, y el devenir no se detiene; así que
adaptaos a los cambios y enrumbaos a nuevos horizontes, o seréis empujados y
arrastrados por fuerzas irracionales. De manera que compaginar el quehacer
diario con la vida espiritual os es impostergable. Preguntáis el cómo lograr
esto. ¿Acaso rompiendo con la Religión que incluso mis enviados os han dado?
No. No es rompiendo. Es transformándoos, ensanchando vuestra radio mental, cómo
podréis subir de peldaño, y desde arriba veréis de otro modo lo de abajo. Hasta
ahora estáis dominados por aquella conciencia que os asociaba con lo rastrero,
con la serpiente, y todo lo veis con esos lentes diabólicos, pues que
llamasteis diablo a la serpiente.
-¿Maestro,
entonces nos recomiendas la Religión?
-Os
repito que la Religión no es sino un camino. Pero Yo he dicho que el Reino de
los Cielos está dentro de vosotros; que tenéis que poner vino nuevo en cueros
nuevos; que el verdadero Templo de Dios en La Tierra sois vosotros. Sois la
Imagen viva de Dios. ¿Qué más os puedo decir? ¡Qué bello será ese día, aquí
mismo en la Tierra, cuando no tengáis que predicaros unos a otros de Dios,
porque sintáis la Presencia de Dios dentro de vosotros mismos! Ese día hay que
irlo construyendo desde ya. Sólo así se cumplirán mis Palabras de que: a partir
de ahora se hay que adorar al Padre en espíritu y en verdad.
-¿Maestro,
y tus sacerdotes qué papel jugarán en ese entonces?
-Así
como Yo tengo que entregar mi obra cumplida, consumada, al Padre, así mis
enviados, sacerdotes o no sacerdotes, tendrán también que entregarme a mí su
misión cumplida. Habrá de verdad vino nuevo en cueros nuevos. Se adorará al
Padre en espíritu y en verdad. No tendréis unos a otros que predicaros de Dios.
Tal vez muchos, que estén interesados en que las cosas no cambien, o su óptica
mental sea muy estrecha para comprender mis Palabras, levante el grito al cielo
y hasta os quieran declarar en anatema. Pero hasta ellos pasarán, y mis
Palabras permanecerán. Habrá Cielos nuevos y Tierra nueva donde tenga morada la
Justicia. Así será, lo quieran o no lo quieran los que teniendo ojos para ver,
no quieran ver. Yo no he venido a hacer una comedia de mal gusto al Planeta
Tierra. Soy el Hijo Unigénito de Dios, e igual al Padre en todo. Y si me he
bajado hasta vosotros, no lo olvidéis: ha sido
por Voluntad del Padre en acto de Misericordia y de Amor por vosotros.
Y esto no es Religión. Esto es la
Manifestación del mismo Dios en la propia Imagen de Dios que sois vosotros. El
que tenga entendimiento, que entienda.
-Maestro,
de vez en cuando te has referido a
‘Clave 9’ y a Manuel su Profeta. Y como que es de tu agrado que tomemos el camino
de la ‘Conciencia Cósmica’. ¿A caso con
tu Mensaje y con tu Obra de Redención no basta para salvarnos?
-Decís
verdad en cuanto a mi agrado por ‘Clave 9’ y por su Profeta. Y no tengáis duda
de que con mi Mensaje y con mi Obra de Redención tenéis abiertas las puertas
del Cielo. Sí sucede también que en los Planes Superiores se incendian los
Grandes Espíritus de Celo y de Amor por
glorificar mi Santo Nombre. Y por Magnificar la Voluntad del Padre en su Amor
por todas sus creaturas, especialmente por vosotros los humanos, que sois
considerados como preciado arbusto
azotado y arrastrado por vientos huracanados. Y todos los Grandes
Espíritus de mis Corte Celestial se dan gozosos a rescataros de vuestra caída y
a reinsertaros de nuevo en el Paraíso.
-Maestro,
estábamos confundidos. Creíamos que éramos tan sólo una paja presta a ser mera
ceniza.
-He
aquí una prueba de lo que os había dicho antes: que valéis más que las ovejas y
que los lirios del campo en todo su esplendor. Arriba, os repito, arden los Espíritus
en Celo y en Amor. Y los Hermanos del Universo, Peregrinos del Universo, a cuyo
mando está el Profeta Elías, participando de ese mismo Celo y Amor, no han
podido menos de bajar hasta vosotros a través de Manuel para colaborar conmigo
en la Obra de Redención. Obra que puede ser larga o corta según vuestra decisión
libérrima de aceptarla e incorporaros a ella o de seguir amando más las
tinieblas que la Luz.
-Maestro,
has dicho que el Profeta Elías comanda a los Hermanos del Universo, Peregrinos
del Universo. ¿Quiere esto decir que también en el Plano Superior hay jerarquía?
-Por
supuesto que sí. Pero no como la concebís vosotros ahora.
Sólo a
través de la ‘Conciencia Cósmica’ os podríais hacer una idea de cómo es la
jerarquía en Planos Supriores. Para vosotros jerarquía es sinónimo de un orden
de mayor a menor o viceversa. E incluso se presta para el sometimiento de unos
a otros. En ‘Clave 9’ la jerarquía es
superior a la de vosotros; es jerarquía
de la igualdad. Y allá la jerarquía es
muy superior, incluso, a la que se os
formula en ‘Clave 9’. Pero aun así ya en
esta jerarquía os estáis entrenando para la jerarquía de los Planos Superiores.
En ‘Clave 9’ se os dice que nadie es más, que nadie es menos. Repito: Jerarquía
de la igualdad. Pero todavía no es la jerarquía de Arriba. Allá nada se impone.
Los espíritus intuyen la Verdadera
Libertad, y en consecuencia obran. No hay ataduras a la necesidad al
deber. Sólo fluidez como manifestación de amor ‘en y para’ complacencia en la
Voluntad Divina. Yo mismo soy, más que comandante: Rey de los Ejércitos
Celestiales. Y al Padre lo podéis concebir como el MAGNUM. Y, sin embargo, no hay ataduras de entidad a
entidad. Ni nadie da órdenes. El Imperio es la Ley del Amor que está impresa en
el Libro Eterno de la Verdad y de la Sabiduría.
-Gracias,
Maestro, por darnos a conocer estas cosas del más allá.
-Mas
sin embargo, no os preocupáis de mejorar en el más acá, sabiendo que de ahora
depende el después. Y que esto que os digo no es un juego, sino una realidad de
la cual tendréis forzosamente que
regocijaros o que arrepentiros. Para que ocurra lo último es que vine a
vosotros. Como Redentor, y muchos de mis elegidos también se han sacrificado de igual manera. Y es que a los
ojos del Padre valéis y merecéis mucho
más de lo que esperáis de vuestro lamentable egoísmo. Y es por esta razón que
todo el Plan Superior sale a vuestro encuentro y a vuestra ayuda, aunque no os
deis cuenta de ello. El Padre os ama, porque sois Imagen de sus Pinceladas de
Amor y Esbeltez. Yo os amo, porque sois también hechura de mi Divinidad. Y el
Espíritu Santo está presto a vosotros con su Luz, porque portáis el Hálito de su Santidad. Podéis elevaros en
perfección y sentiros copartícipes de la Eterna Dicha de la Trinidad.
-Maestro
nos ennoblecen tus Palabras. Como acompañantes de Manuel, deseamos enriquecer
nuestras almas con la toma de ‘Conciencia Cósmica’. Sabemos que Tú amas a
Manuel, y que por Ti Manuel nos ama.
-Seguid
adelante, que no os dejaré solos. En Manuel tenéis un testimonio vivo de esta
mi Promesa. Manuel vive en mí, y Yo vivo en Manuel.
-¿Cómo
puede ser esto, Maestro? ¿Y por qué has puesto tus miradas en Manuel y no en
otros hermanos, aun de más conocimiento, de más virtud y de más poder que
Manuel?
-Ya os
he dicho que en Dios no hay acepción de personas, y que en las Cosas del Padre,
que son Santas, no caben conjeturas. Yo me he manifestado a Manuel. El ante mis
ojos es una encarnación de desprendimiento y de celos por las cosas de Arriba.
Por eso es que os he dicho también que a Dios nadie le vio jamás, sino sólo el
Hijo, y aquel a quien el Hijo quisiere dárselo a conocer. De aquí que en la
“PLABRA DE MANUEL”, Mensaje de ‘Clave 9’, se os dice: A Manuel le ha sido dado
ver al Padre en Cristo y a Cristo en el Padre. Y Manuel ha sido escogido por
los Maestros del Universo, Peregrinos del Universo, para conduciros hacia una
Nueva Generación, una Humanidad más libre, más justa y más amorosa, y más digna
en su condición de Imagen de Dios. Y recordad que no estáis solos en el
Universo, que aun en los mismos rayos del sol hay seres de excelsitud.
-¿Maestro,
entonces podemos confiar planamente en nuestro Profeta?
Manuel,
vuestro Profeta, tiene por inspiración
la Palabra Divina del Apocalipsis: Levántate y profetiza de nuevo. Y a Manuel
le he dado revelaciones especiales. Manuel me ama. Yo amo a Manuel. Yo Jesús,
El Divino Maestro.
-Maestro,
Tú nos hablas de seres del más allá y al mismo tiempo de seres del Universo.
¿Existen otros seres, semejantes a nosotros, en algún lugar del Universo?
-Ya
vosotros mismos, por vuestra propia conciencia, sabéis de vuestra
insignificante posición dentro de la
galaxia que habitáis. Y por ahora y por mucho tiempo más no podréis contar las
galaxias que pueblan el Universo; mucho menos recorrerlas como lo hacéis ahora
en vuestro Planeta. Sois como la finitud frente a lo insondable e infinito. Y cuando el Padre dijo HÁGASE, no
sólo impregnó de vida la Tierra, punto imperceptible en la totalidad del
Universo, sino que no puso límites a la vida en la Gran Manifestación. ¿No os
dice esto que más que posibilidades y probabilidades os circundan pléyades de vida? Tarde o
temprano os desligaréis de la placenta que os ata a vuestro pobre conocimiento
de Velocidad-Tiempo-Espacio, y estaréis en capacidad de visitar a otros
hermanos del Universo. Es un hecho que ellos continuamente os visitan. Yo me
pertenezco a ellos más como Hermano Mayor en el Amor del Padre que como
Redentor. También a Manuel se le ha hecho conocer de todo esto.
-Maestro,
nos encanta oír de estas cosas. De Manuel ya las hemos escuchado con atención,
y nos gustaría saber más sobre ellas y convencernos de que no estamos solos en
el Universo.
-Mas
solos o acompañados os da lo mismo en cuanto a vuestro destino. Vuestros
hermanos del Universo corren su otro, o parecido, tipo de suerte. Cada uno
según su nivel de conciencia y su estado vibracional en relación al Todo. De
manera que si obráis armónicamente, seréis gratificados por Leyes de
Compensación. Si obráis contra Leyes, inexorablemente tendréis que sufrir las
consecuencias. Bien o mal que obréis, vosotros mismos os acusáis dentro del
Todo Relacional. El Todo puede esperar eternamente, si es necesario, pues como
el Todo tiene poder en sí, tiene capacidad para absorber cualquier desarmonía.
La parte es la afectada cuando se desarmoniza en su relación con el Todo. Una
Ley de Justicia irrevocable es la encargada, según el caso, de borrar el
estigma producido por el quebranta-miento de las Leyes.
-Maestro,
no nos cambies el tema.
-No es
el tema lo que os cambio. Es que no queréis oír lo que no os conviene. Y Para
eso he venido Yo a salvaros. Y para eso ha tomado Manuel su Misión ‘Clave 9’:
Para alertaros de vuestra torpeza, y para indicaros caminos que conduzcan a la
meta, os repito, que el Padre os ha trazado. Meta de Gloria Eterna.
-Pero
no te enojes, Maestro. Tú sabes que
somos débiles.
-Sí,
pero también podéis ser fuertes. Y por eso los seres de gloria han bajado hasta
vosotros. Y por eso los Maestros del Universo dejan también su Dimensión-Luz,
para iluminaros por sendas de mejor tránsito. Y por eso otros hermanos del
Universo os visitan y os invitan a que entréis en Luz. Sus naves de luz tienen
esa finalidad: que elevéis vuestras miradas a las Alturas, pues que
parecéis avestruces metiendo vuestra
cerviz en tierra. Henoc fue grato a los ojos del Padre. Henoc fue trasportado a
lares de belleza indescriptible dentro del mismo Universo. Lares que también le
fueron mostrados a Manuel en su gran ‘arrebato cósmico’ con los Maestros del
Universo. El Maestro Elías le acompañó. A los hermanos vuestros que en fe y
virtud sirvieron a la Humanidad según la Voluntad del Padre, Este les concedió
ser imputados. Fueron elevados de condición. Otro es ahora su estado
vibratorio: que hasta pueden viajar cual rayo de luz por todo el Universo. Y
así tantos y tantos hermanos vuestros que ofrendaron su vida entera por servir,
por colaborar conmigo en la regenaración de lo humano. Y por último de esta
entrevista: Recordad cómo deseosos de gustar de mi Presencia vinieron Hermanos
del Universo, acompañados de Ángeles, para que Yo los visitara en mi Ascensión
a los cielos. Y así lo hice antes de partir a mi Morada Eterna junto al Padre.
-Cuadros
de la Ascensión entresacados de la
‘Piedrita Cósmica’, que me reveló la
Virgen en 1993 junto al Templo Votivo en construcción entonces, en Guanare,
Venezuela. Repito que la ‘Piedrita’ fue revelada, no hallada. Manuel.
Mérida,
Venezuela, 01-12-2017.
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